EL CHANTAJE DE BARBOSA

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Sabe que no tiene los números ni la estructura ni el capital político suficiente para ganar la gubernatura, pero el senador del PRD Luis Miguel Barbosa está seguro de que podrá llegar a Casa Puebla en el 2018. Sobre todo si le resulta el chantaje al que pretende someter próximamente a su “aliado” (y ¿amigo?), el gobernador Rafael Moreno Valle, de cara al 2016, aduana crucial tanto para mantener el poder local en manos del morenovallismo como para el proyecto presidencial del mandatario estatal.

Y es que, como tantos otros actores políticos tanto locales como nacionales, el aplicado e inquieto Barbosa ha leído los resultados electorales del pasado 7 de junio como un claro retroceso –político y electoral- del morenovallismo, al perder en 9 de los 16 distritos en juego, tres de ellos de la capital.

Y en ese escenario ha empezado a mover sus fichas para encarecer hasta el límite, aunque sin reventar la liga, la ambicionada alianza de su partido, el PRD, con el PAN, para arropar al virtual candidato del grupo en el poder, el presidente municipal de Puebla, Tony Gali Fayad.

En la lógica de Barbosa, tanto al gobernador como al alcalde les va a salir caro reeditar la coalición de la derecha y la izquierda del 2010, que abanderó las aspiraciones del actual huésped de Casa Puebla.

Cierto que el PRD ya no es lo que fue y que resultó uno de los grandes perdedores de los pasados comicios federales; sin embargo, lo que está en juego –o en venta, más bien- es la marca, todavía con cierto peso para efectos propagandísticos entre una amplia franja del electorado, sobre todo la menos informada.

Barbosa quiere ser gobernador a cualquier costo, por lo que se dispone a condicionar la alianza con el PAN para el 2016 si no se le garantiza primero todo el apoyo por parte de Moreno Valle para su proyecto político personal del 2018, aún a despecho de los propios cuadros del morenovallismo que aspiran a esa posición.

Un apoyo que, claro, debe empezar a reflejarse a la brevedad en diversas posiciones en el gobierno del estado y en el flujo de jugosos recursos económicos para que el senador pueda seguir presumiendo sus “grandes” gestiones de obra pública ante los presidentes municipales, tal y como lo ha venido haciendo en las últimas semanas durante los fines de semana para irse posicionando como el “gallo” del PRD para la gubernatura en 2018.

Ejemplos del viraje de Barbosa, sobran.

Unos días antes del 7 de junio, uno de sus empleados, Eric Cotoñeto Carmosa, salió a declarar con todas sus letras que el PRD iría en alianza con el PAN en 2016 siempre y cuando el candidato fuera Tony Gali.

Pero tras el 7 de junio, el discurso cambió 360 grados, pues Socorro Quezada Tiempo, otra de sus empleadas, se pronunció contradictoriamente en contra de una coalición de esa naturaleza para el 2016 e incluso consideró que los pésimos resultados del sol azteca en la elección federal intermedia fueron producto de los pactos con el morenovallismo, culpando al ex secretario General de Gobierno Luis Maldonado Venegas, del sonoro fracaso perredista.

Ambos, por supuesto, siguieron indicaciones expresas de Barbosa, que es todo menos un tonto a la hora de negociar a nombre de la “izquierda” con el poder en turno: así lo ha hecho desde los tiempos de Manuel Bartlett, logrando amasar una verdadera fortuna sobre todo en el sexenio de Mario Marín.

A diferencia de lo que pensaba hace unos meses, en los últimos días Barbosa mismo ha expresado, y escrito, que el PRD ya no debe decir sí a las alianzas con el PAN, pues, según él, ahora el sol azteca debe tener “un claro perfil de izquierda y recuperar a su voto duro”.

Es decir, un claro y vil chantaje sabiendo que, de cara al compromiso electoral de 2016, una de las grandes prioridades de Casa Puebla es conformar una megacoalición que abrace la candidatura de Tony Gali y que capte el voto anti PRI, de forma similar al 2010 con la unión de fuerzas denominada “Compromiso por Puebla”.

Como acostumbra, el coordinador del grupo parlamentario del PRD en el Senado ya detectó –y olió- cierta debilidad o urgencia en ese sentido del grupo morenovallista y quiere sacar oro de la coyuntura política y de las circunstancias.

No tiene en sus manos toda la decisión, por supuesto, pero sí puede influir decisivamente para bloquear o torpedear un acuerdo de esa naturaleza con la cúpula nacional perredista.

Es su oficio, es lo que mejor le sale, y ahora no tendría por qué ser diferente.

¿En cuánto le va a salir a RMV la añorada alianza con el PRD?

Habrá que ver pero lo único cierto es que conociendo a Barbosa, barato no va a ser.

***

Cuentan que a Alejandro Armenta y Víctor Giorgana ya les salió otro competidor por la coordinación de los diputados federales del PRI por Puebla en San Lázaro.

Se trata de Lorenzo Rivera Sosa, ganador el pasado 7 de junio en el distrito de Zacatlán.

La pasada semana, Rivera fue “destapado” por el secretario general de la Federación de Trabajadores de Puebla de la Confederación de Trabajadores de México (FTP-CTM), Leobardo Soto Martínez, quien destacó los “méritos” del ex delegado de la SEDATU para ocupar esa importante posición.

Dijo que Rivera logró la votación más alta para el PRI en la región y que ya es tiempo de que el coordinador de la bancada poblana sea alguien oriundo de la Sierra Norte del estado, lo que no ocurre –recordó durante un evento cetemista en Zacatlán- desde Juan Carlos Lastiri Quirós, actual subsecretario de la Sedesol.

Lo que Soto Martínez no dijo es que detrás de tantas atenciones con Lorenzo Rivera están los intereses de su hijo, Leobardo Soto Enríquez, quien es suplente precisamente del diputado federal electo por el distrito 2.

gar_pro@hotmail.com

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