PRI: LA UNIDAD SOSPECHOSA (BIENVENIDO A LA REALIDAD, SEÑOR DELEGADO)

PRI

Fue presentado “en sociedad” –como decían las abuelas- el nuevo delegado general del PRI, Rogelio Cerda Pérez, quien, en sus primeras declaraciones a los medios, aseguró que Puebla es prioridad electoral para el Comité Ejecutivo Nacional. Sin embargo, más allá de las buenas intenciones, de las frases hechas, del optimismo desbordado y de los bombos y platillos, lo cierto es que el funcionario partidista no la va a tener fácil, pues, entre otras cosas, se va a encontrar a un partido dividido y polarizado, muy distinto al que seguramente le contaron, tanto que en realidad se sacó “la rifa del tigre”.

Cerda Pérez seguramente no sabe que la conformación reciente de un frente de priístas (Jiménez Merino, Armenta, Giorgana, Vega Rayet y el esquirol Zavala) para tratar de mostrar con ello la “unidad” partidista en la lucha por la candidatura a la minigubernatura de 2016, ha resultado exactamente contrario a todo propósito unitario; en realidad, lo que hicieron fue un grosero acto de exclusión a los demás priístas que, con legítimo derecho, aspiran a ser postulados en la próxima contienda electoral en el estado de Puebla. La actuación de estos falsos próceres priístas fue de suyo excluyente, y por tanto lo más lejos que puede haber de la unidad que el PRI pregona.

El pasado 13 de septiembre, este puñado de militantes del PRI se autopostuló a puestos de elección para el próximo año, tratando con ello de acotar al Comité Ejecutivo Nacional del partido.

Su presentación no fue precisamente una expresión de unidad como intentaron proyectarla, sino más bien como la opinión pública del estado lo interpretó: un acto de sectarismo, incluso de denostación, tanto hacia otros priístas como a la opinión misma de los ciudadanos poblanos, quienes saben que hoy por hoy ni son todos los que están ni están todos los que son, sino que en la sapiencia popular el hecho fue más bien la intención personalísima de decir “vámonos haciendo menos”.

Cerda Pérez debe saber que en una sociedad tan diversa como es la poblana y en una clase política heterógenea, la unidad es sospechosa en la medida en que significa consenso. En todo caso, un partido consigue la unidad a partir de la divergencia, en un trabajo de suma y de conjunción de proyectos. La unidad es un valor político que se expresa ante un riesgo común, y que en este caso intenta monopolizarse por un puñado de militantes del partido. La unidad sólo puede ser resultado de una voluntad colectiva.

Llamar a la unidad sin que estén todos, siempre será un despropósito político, sobre todo en una hora en que el PRI debería proyectarse hacia la sociedad con la mayor cohesión posible, ante el desgaste de la clase política en general y de las autoridades federales, estatales y municipales en lo particular.

Más allá de lo torpe de la acción, la señal que se envió a los ciudadanos desde esa conferencia de prensa fue que se pretende armar un frente de aspirantes a la postulación del PRI a la minigubernatura y dejar fuera a otros tantos, condicionando así a la dirigencia nacional del partido a postular forzosamente a uno de ellos, curiosamente los menos competitivos y los más rezagados en las encuestas de eficiencia electoral.

Esa pretendida exclusión del CEN del PRI, o ese condicionamiento que intentaron, está lejos, muy lejos de ser un acto de unidad política como lo plantearon en su auto promoción de hace unos días, pero está todavía más lejos de la disciplina partidaria que postulan cuando dicen comprometerse a apoyar el año próximo a quien elija el partido como candidato.

Hay muchos conceptos de unidad, y sin recurrir a las 15 acepciones del diccionario, en la ciencia política puede ser el resultado de una coacción social, como lo hicieron en el pasado algunos regímenes autoritarios, o como ocurrió en México en la víspera de la Segunda Guerra Mundial, que ante un estado de excepción el presidente Manuel Ávila Camacho convocó a los ex para mostrar que ante las amenazas del nazismo las divisiones y los rencores se habían superado, iniciando con ello un discurso de la Unidad Nacional.

En esta República de partidos, el PAN y el PRD podrán hacer alianzas, pero no lograr una unidad política.

En cambio, entre priístas la unidad está en su cultura política, siempre y cuando se construya con todos y a partir de aceptar las diferencias, por lo que sólo es posible pensar en la unidad de las diferencias, que enriquecen, es decir, quienes no tienen diferencias no tienen nada que unir y por tanto no pueden construir una unidad.

La unidad no es un matrimonio de conveniencia; se logra sobre los puntos en común pero las diferencias no desaparecen.

Así entonces, la responsabilidad de los priístas que juran y perjuran que van a recuperar Casa Puebla es efectivamente la de construir la unidad, unidad que será posible en la medida en que demuestren interés por los asuntos sociales que verdaderamente importan, enarbolando las preocupaciones de las mayorías, como las de mejorar el campo, combatir la pobreza o relanzar nuestra alicaída industria automotriz.

Las autoproclamaciones, las promociones de grupo, los apresuramientos políticos y los supuestos índices de popularidad, sólo muestran inmadurez pero no interesan a los ciudadanos.

Se requiere la unidad para reconstituir al PRI en Puebla, sí; y lograrla es un deber de ética política frente a ese partido, porque tienen la oportunidad de resurgir como la opción de gobierno en el estado.

Pero la unidad sospechosa que acordaron estos priístas ha resultado una trampa donde cada uno espera el momento de excluir a los demás.

En resumidas cuentas, lo que el PRI necesita urgentemente es mesura, pues han causado división interna, enconos innecesarios, ruido –demasiado ruido-, y ya se están repartiendo lo que todavía no logran.

Por eso, la principal y más urgente tarea de Rogelio Cerda Pérez es poner orden y construir la unidad, no la exclusión.

Hacer entender a los liderazgos y a los militantes que esa política no suma, resta, y que eso puede marcar la diferencia entre ganar y perder en 2016.

Bienvenido a la triste realidad del PRI en el estado, señor delegado.

Porque ya lo he dicho: no hay peor enemigo para un priísta poblano que otro priísta poblano.

Ya se dará cuenta en su titánica tarea de intentar domarlos.

gar_pro@hotmail.com

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