Compromiso por Puebla y el dogma de la unidad

Fernando Maldonado

No fueron pocas las ocasiones en que los ahora legisladores de Compromiso por Puebla, Héctor Alonso Granados, de Nueva Alianza; y José Juan Espinosa Torres, de Convergencia, tuvieron palabras duras para quien encabezó la expresión interpartidista triunfante de los comicios del 4 de julio de 2010.

Si no fuera por los empeños y la convicción de buscar un escaño en la Cámara de Diputados local, razón por la cual se embarcaron en la estrategia electoral, para bien o para mal exitosa, ambos personajes de la política poblana podrían haber sido encasillados como dos furibundos “antipanistas”.

No son secretas las posiciones políticas expresadas en momentos diversos del pasado reciente. Consta en la prensa sus divergentes comentarios. El antipanismo manifiesto era exactamente proporcional al “antimarinismo” expresado, por lo menos por el ahora legislador de Nueva Alianza.

Tan patente ha sido la postura contraria a Acción Nacional, como la de éste respecto de Espinosa Torres y Alonso Granados. Al primero lo acusaron en público y en privado de ser alfil de los afanes del ex candidato del PRI al gobierno del estado, Javier López Zavala, desde que éste era secretario de Gobernación.

Mejor librado salió el entonces diputado del PRI por el cuarto distrito en Puebla capital. La rebeldía mostrada cuando integrante del rebaño priista en el Congreso del Estado ante una “nomenklatura” decidida a hacer valer su voluntad le mereció cierto reconocimiento en las filas de la única oposición en Puebla: el PAN.

Hoy que los perfiles de estos personajes se conjugan en un dificultoso intento por construir un grupo parlamentario de amplio espectro en el que deberían converger el PAN, el PRD, Panal y Convergencia comenzaron a ser patentes los desacuerdos, no solo producto de la diferencia de criterios, sino por la oposición a ser tasados con el mismo criterio.

Tienen una coartada aún válida los diputados Héctor Alonso y José Juan Espinosa: su afán por cuestionar todo lo concerniente a la gestión del sexenio de Mario Marín, ya en su última etapa. De ahí la ruptura del acuerdo previo a la sesión del sábado anterior, que establecía dejar pasar la entrega del documento con el VI Informe del mandatario saliente.

Habrá que observar la actitud de estos y otros legisladores que se caracterizan por su proclividad al reflector, pasado el periodo de transición política en Puebla. Hasta ahora muchos de ellos han encontrado una suerte de supervivencia mediática por su postura crítica respecto del marinismo.

Fuera del gobierno del estado el grupo que mandató en Puebla los últimos seis años, los apologistas del antigobiernismo deberán “construir” con mayor ingenio a los malosos que les acomode para justificar un discurso crítico que los valide ante los medios.

Esa puede ser la grieta por donde se vaya la pretendida unidad política con la que las cúpulas dominantes de los partidos integrantes de Compromiso por Puebla se han querido perpetuar.

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