Cártel de Tepito, del mito a la sospecha

Fernando Maldonado

El caso del levantón del secretario de juzgado cuarto de lo penal en Puebla, Adrián César Vázquez Avila por una presunta presión del llamado cártel de Tepito arroja más dudas que certezas.

Quizá la más importante es hasta dónde los policías que participaron en la detención, reguardo y traslado de los once detenidos tras la muerte del policía ministerial en la junta auxiliar de la Libertad, tienen relación con éste u otros grupos delictivos.

Nadie responderá por que la lógica gubernamental ha sido idéntica a la de otros episodios en el pasado reciente: el silencio.

Sin embargo la duda está en el aire y tiene sentido, congruencia y fundamento. Según las diversas fuentes consultadas, desde que la Procuraduría General de Justicia del estado solicitó la colaboración de sus similares en el Estado de México y la de la capital del país, llegó la primera advertencia.

Viejos conocidos de las autoridades en ambos estados, los integrantes del cártel de Tepito poseen una ferocidad fuera de toda duda. En los años que tienen de operar han cobrado la vida de un número incuantificable de víctimas, por lo que un error de cálculo resulta en consecuencias irreversibles.

La ficha de esta agrupación delictiva fue entregada a quien en Puebla posee la potestad de procurar justicia y las medidas de seguridad para realizar la diligencia se fueron extremando. Tanto que los indiciados declararon ante el infortunado funcionario del poder Judicial con los ojos vendados.

Cuentan que al arribo de los detenidos a las instalaciones del juzgado cuarto de lo penal, las amenazas de muerte que venían de los integrantes de la pandilla tepiteña fueron lo que  más llamó la atención durante la diligencia ministerial.

En esas condiciones era imposible que el resto de los integrantes de este cártel investigaran hábitos, vivienda particular y movimientos de un funcionario menor del Tribunal Superior de Justicia, cuya única responsabilidad fue cumplir con su tarea.

La rapidez con la que se movieron para cumplir con la amenaza solo puede entenderse con la complicidad de alguien desde dentro del aparato de justicia o de la Policía Ministerial. La hipótesis va más allá y de ello, el procurador Rodolfo Igor y su subprocurador, Víctor Pérez Dorantes tendrán que averiguar. ¿Son ellos confiables?

En el sótano…
Los esfuerzos del Vaticano por cerrar la brecha abismal entre los hombres que dirigen la iglesia católica y la sociedad se fueron a la cañería de los sótanos clericales con la crítica hecha a la comunidad homosexual y feminista. De paso nos demuestra que la institución sigue siendo una manejada con una doble moral.

Todos hemos sabido de los casos homosexualidad en el seno de la iglesia, que a estas alturas forma parte de una normalidad, menos para sus jerarcas que no se distinguen por la humildad y solidaridad.

Un chiste en twitter acerca del mal que aquejaba a un acaudalado Onésimo Cepeda, el obispo de Ecatepec preguntaba si los médicos que lo atendieron encontraron un corazón enfermo o una caja fuerte.

http://twitter.com/Fmaldonado15