Mirada de playa, mirada de buzo

Por  Rocío Barragán de la Parra | Publicado el 20-08-2015

Suele suceder que con el pasar de los años, personas inteligentes y destacados profesionales, se sienten atrapados, desmotivados y con sentimientos de incompetencia o imposibilidad ante circunstancias complejas o decisiones riesgosas.

Inmersos en la vorágine de la cotidianidad, sumergidos en la ola de las innumerables actividades laborales, familiares o personales, es muy común darse cuenta que se ha ido el día, la semana o el mes y con ello, también es muy común que queden postergadas las intenciones de mejora y crecimiento personal.

Normalmente la queja es aducida a que el tiempo no alcanza, pero esta situación sólo cambiará si se  administran de manera diferente las  propias actividades. El  desafío consiste en darse cuenta y redescubrir que cada quien posee todas las herramientas y posibilidades para lograr aquello que anhela; esta primera concepción además de valiosa puede resultar transformadora.

Cotidianamente se trabaja con lo observable y desde lo que  se puede ver de uno mismo, de los semejantes y del entorno; así se construyen las percepciones y se asume la realidad, ello implica un alto riesgo cuando no se sabe valorar el cómo y el para qué de cada una de las experiencias.

Es necesario aprender a analizarse de manera diferente,  todo  lo experimentado a lo largo de la vida es un invaluable tesoro para aprender, reaprender o desaprender;  la riqueza de observar y reflexionar sobre los propios acontecimientos permite reconocer lo que le mueve, cuáles son sus accionares en y para la vida.

Permítame compartírselo a través de una analogía que he llamado “mirada de playa, mirada de buzo”. Cierre sus ojos e imagine que está parado a la orilla de la playa, ¿cuál es su escenario?, ¿qué observa?, ¿qué siente?, ¿cómo se siente?, ¿qué piensa de la playa, el mar y los paseantes? Ahí desde la orilla donde ve sumergirse algunas aves en busca de comida, quizás algunos bañistas, un barco, un crucero, la lancha o algunos otros aparatos acuáticos que puede vislumbrar desde su posición… Sin embargo eso no es todo lo que el mar contiene y puede mostrar, Usted está teniendo sólo una mirada de playa.

Si tiene la oportunidad de bucear y descender algunos metros en el agua conocerá un mundo muy diferente del que habita en la superficie, con cualidades y condiciones únicas que sólo ese hábitat puede proveer y que seguramente cambiarán la forma en que Usted se relaciona con el mundo acuático, no sólo en la profundidad, sino también en la superficie, ésa es la mirada de buzo.

Para estar consciente del papel que quiere desempeñar en su entorno y asumir  maduramente la responsabilidad de lo que dice, piensa y hace;  es necesaria la mirada de buzo, esa que le posibilita espacios más nutricios para los demás y para Usted mismo.

La mirada de playa le permite darse cuenta del entorno y entender la dinámica “de la superficie”, pero sólo sumergido en el mar podrá entender lo que sucede “allá abajo”, relacionar lo que ocurre y cuestionar lo que le mueve en la vida para entonces ampliar el espectro de sus posibilidades; muchas veces obstruido o acotado por creencias, historias, imágenes mentales, arraigadas desde la infancia que le impiden percibir y disfrutar el aquí y ahora.

Habilitar su capacidad de observación profunda y hondo discernimiento de los que Usted es y tiene, de cuál es el papel que juega en y para el entorno, le regala la posibilidad de  aceptar el pasado y trabajar con nuevos bríos en el presente; con una postura más sana y asertiva para la plenitud, la felicidad y el amor.

Nadie está obligado a hacer aquello que no quiere, sin embargo como ser humano, está invitado a crecer y desarrollarse cada día en ese compromiso de humanizarse a través de los demás; habilitarse para que sin importar los compromisos y actividades que tiene, sea capaz de generar espacios de reflexión para reinventarse, transformarse, comunicarse y expandirse a partir de un ejercicio básico: la observación profunda y el hondo discernimiento.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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