Este viernes se estrena una película atractiva para el público maduro. Es una comedia romántica independiente con tintes agridulces que quiso irse un poco en la línea del cine de Woody Allen, pero dista mucho de su agudeza y conocimiento de la pareja moderna. Aun así, es una comedia fresca, muy humana, con la que es fácil sentirse conectado. Es una honesta reflexión sobre la fidelidad, el amor, la familia, la culpa y el concepto contemporáneo del matrimonio.
Dirigida y escrita por Azazel Jacobs, Amantes (The lovers, Estados Unidos 2017) es la historia de una pareja madura, perfilándose a sus sesenta. Tras un largo y rutinario matrimonio han perdido por completo el interés el uno en el otro y cada quien se ha enfrascado en una apasionada y, sobre todo, ya muy comprometida relación con sendos amantes. Debra Winger es Mary, la cual no puede verse más infeliz cuando está junto a Michael, su esposo, interpretado por Tracy Letts, y al cual le sucede lo mismo. Ambos trabajan y viven solos ingeniándoselas para alternar su obligada presencia en casa, con el trabajo y las visitas clandestinas a los amantes. Los dos cargan una pesada loza que dice “culpa”.
Mary es feliz con Robert, un escritor al que da vida Aidan Gillen, y Michael disfruta mucho del tiempo que puede pasar con Lucy, Melora Walters, bailarina de ballet y maestra que empieza a desesperarse porque Michael no se atreve a dar el paso definitivo para irse a vivir con ella. Lucy es mucho más explosiva y exigente que Robert, el cual ama a Mary, y espera pacientemente a que abandone a Michael.
Ni Michael ni Mary parecen haberse dado cuenta de que se han convertido en un mueble, en una aburrida carga para el otro. No se hablan, se tratan como extraños, se evitan, entre ellos flotan larguísimos y gélidos silencios de no saber qué decir. Todo parece estar muerto entre este matrimonio que recibe una llamada de su hijo, quien los visitará unos días, por lo que ambos, con el afán de cubrir las apariencias ante el muchacho, prometen a sus desconsoladas parejas que después de esa “convivencia familiar” hablarán con la verdad y dejarán el hogar. Las cosas toman un giro inesperado para los cuatro.
El director Azazel Jacobs cuenta bien esta historia alternando las dos líneas argumentales y el desarrollo de cada uno de los protagonistas. Mary tiene su affair con un hombre atractivo que la adora y miente en el trabajo y a Michael para poder verlo. Michael, que ha descuidado su físico, hace exactamente lo mismo con Lucy, no tan atractiva, pero mucho más joven que Mary.
Debra Winger hace un gran papel. Con silencios, la forma melancólica de mirar al vacío, su lenguaje corporal, construye a una mujer dividida entre su deber como esposa y madre, y su necesidad de seguir sintiéndose mujer, amar y ser amada.
Fuente: EXCÉLSIOR
