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Viernes, 24 Noviembre 2017 16:25

Revive el Estrangulador de Tacuba, feminicida redimido

Por  Staff Puebla On Line

Los pies desnudos que sobresalían en el jardín de la vieja casona de Tacuba llamaron la atención de las vecinas del estudiante de química. Fue hasta que los padres de Graciela Arias denunciaron la desaparición de la joven cuando la policía entró en el domicilio de Gregorio Cárdenas Hernández, ubicado en el número 20 de la calle Mar del Norte. El hallazgo fue macabro y, hasta ahora, inolvidable.

Las investigaciones arrojaron que Goyo había matado a cuatro mujeres, entre ellas a Graciela, su novia. Las enterró al lado de su laboratorio. Pasó 34 años preso en Lecumberri y en el Reclusorio Oriente, de donde salió el 8 de septiembre de 1976, con indulto del entonces presidente Luis Echeverría. Se convirtió en un símbolo de reinserción social. Sus homicidios, paradójicamente, quedaron en el olvido. Aún así en el imaginario colectivo, el Estrangulador de Tacuba dejó una huella indeleble.

A José Buil el nombre de Goyo Cárdenas le era familiar, pero al hombre que vio en una entrevista televisiva -un anciano recién graduado en leyes- no se parecía al amenanzante preso con el que se encontró cara a cara años antes.

 

En reclusión, Goyo también estudió sicología y escribió cinco libros: Celda 16, Pabellón de Locos, Una Mente Turbulenta, Adiós Lecumberri y Campo de Concentración, testimonios de su encierro en prisión y en La Castañeda, el manicomio donde estuvo ingresado de 1946 a 1948 (aunque no se demostró nunca que tuviera un padecimiento mental).

Buil cuenta en Los crímenes de Mar del Norte -que se estrena en todo el país- la historia del también llamado Carnicero de Tacuba, desde el punto de vista un amigo de éste: Jorge Roldán Roldán, alias El Calavera, que fue compañero de banca de Goyo en la Facultad de Química.

“Goyo tenía 27 años y Jorge 18. En la casa de Tacuba hacían sus prácticas y convivían con sus novias, Chelita y Paquita. La cinta cuenta el amor entre Graciela y Goyo, desde los ojos de Roldán, a quien detuvieron y acusaron de ser su cómplice. Lo investigaron, él dio su versión de los hechos y se comprobó que no era culpable. Lo soltaron, pero quedó marcado, fue exhibido en la prensa y cuando salió nadie le tomó una foto”, relata el director.

De acuerdo con Buil, el arraigo de la figura de Goyo Cárdenas en la sociedad de mitad del siglo XX se debe a una política de Estado.

“El PRI lo promovió como un preso reeducado y reivindicado por la criminología mexicana del siglo XX, encabezada por Alfonso Quiroz Cuarón, quien llevó a Goyo Cárdenas hasta la Cámara de Diputados a recibir un homenaje de los legisladores porque lo había recuperado la institucionalidad”, explica.

En su discurso de bienvenida en la sesión, Mario Moya Palencia, entonces secretario de Gobernación, manifestó su gusto de recibir al hombre que hacía más de 30 años había cometido “varios delitos contra” sin mencionar la palabra homicidio.

En el México de hoy, donde suceden tantos crímenes, creo que hay algo que revisar en nuestra tabla de valores”

Respecto a la versión oficial del caso, José Buil apunta: “Al meter ese discurso, eliminaron a las víctimas y nos hicieron olvidar que el señor había estrangulado a cuatro muchachas y las había enterrado superficialmente en el jardín de su laboratorio. En mis investigaciones llegué hasta los expedientes legales emitidos en los ministerios públicos de época. Ahí vi cómo la agente Ana María Dorantes fue comisionada a indagar la desaparición de Chela Arias y en la comisaría se pensaba que estaba desaparecida porque había huido con el novio, pretexto que hoy en día se sigue utilizando para dejar huir a los feminicidas”.

Fuente: ELFINANCIERO

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