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Viernes, 12 Enero 2018 19:42

Woody Allen dirige nuevamente: La rueda de la maravilla

Por  Staff Puebla On Line

Coney Island, el emblemático parque de diversiones neoyorquino, funge como escenario para la más reciente entrega de Woody Allen: La rueda de la maravilla. Wonder Wheel es el nombre de la rueda de la fortuna que sobresale entre las atracciones mecánicas y el bullicio de paseantes que acuden a esta feria citadina y su playa.

Ubicada en 1952, nos encontramos ante un espacio idealizado una vez más a través de los ojos de su autor. Pero más allá de esta sublimación de la memoria, la historia que viven sus personajes es posiblemente una de las más desalentadoras en la carrera del cineasta. Aunque una vez más nos presenta los temas que le obsesionan, entre ellos las relaciones de pareja, la infidelidad y el desamor, en esta ocasión lo hace desprovisto del humor irónico y sarcástico que lo caracteriza.

“Mi analista dice que exagero los recuerdos de mi infancia, pero les juro que crecí en una casa abajo de la montaña rusa de la sección de Brooklyn de Coney Island”, decía Alvy Singer (Allen) en la magnífica Annie Hall (1977). Ahora, un departamento atrás de la rueda de la fortuna es el espacio destinado para las desdichadas almas de su nueva película.

 

Nuestro interlocutor es Mickey (Justin Timberlake), que habla a la cámara para contarnos la trágica historia de desamor de la que él mismo forma parte. El personaje central es Ginny (Kate Winslet, correctísima) que vive atrapada en un matrimonio infeliz, con un esposo alcohólico (Jim Belushi), un hijo pirómano (Jack Gore) y cuya situación empeora ante la llegada de su hijastra Carolina (Juno Temple).

Pese a habitar en un lugar abierto que celebra la libertad y el entretenimiento, los personajes de La rueda de la maravilla viven encierros literales y afectivos. Y se expresan en diálogos que en muchos momentos ofrecen al espectador la impresión de estar ante una obra teatral filmada.

Y si bien en algún momento se alude a la radio y el cine como medios escapistas, haciendo guiños a piezas esperanzadoras dentro de su propia tragicomedia como Días de radio (1987) o La rosa púrpura del Cairo (1985), La rueda de la maravilla nos remite mucho más a la fragilidad emocional de la poderosa Jazmín azul ( 2013), pero sin llegar a esas alturas.

Incendiaria y perturbadora, particularmente en su desenlace, nos encontramos quizás ante una de las películas más melodramáticas y pesimistas en la trayectoria de Woody Allen.

Fuente: CINEPREMIERE

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