/**/
Viernes, 23 Febrero 2018 19:37

Demonio de medianoche y la liberación de la maldad

Por  Staff Puebla On Line

Estamos ante una reinvención más sobre el mito de la caja de Pandora, nuevamente amalgamado al género de terror. Su tradición se remonta a los tiempos de la antigua Grecia, cuando en su boda con Epimeteo, Pandora recibió un contenedor con la consigna de no abrirlo. Sin embargo, no soportó la tentación y, víctima de la curiosidad, dejó escapar todos los males del mundo, aunque atinó a resguardar la esperanza. Demonio de medianoche, en cambio, no tiene ni una pizca luminosa y se nutre de la famosa historia para la edificación de su premisa.

En una casa de apariencia tétrica –la toma de su fachada se repite continuamente en una clara falta de creatividad– un grupo de niños atemorizados lidian con un juego mortífero en plena penumbra. ¿Es producto de su imaginación o en verdad cobra vidas ante sus ojos? Corte a años después cuando Alex Luster (Gabrielle Haugh) se ve obligada a tomar un receso escolar para cuidar a su abuela, su figura materna desde el fallecimiento-suicidio de su madre.

 

La señora (una espeluznante Lin Shaye, quien ya es un referente icónico del género tras su participación en la saga La noche del demonio) está enferma, pero algo más tenebroso yace bajo su conducta intempestiva, a veces incluso insuflada por un dejo diabólico. La historia del principio y la segunda se conectan de forma previsible cuando la adolescente encuentra el mencionado juego en el ático, germen de escozor en la anciana, pues libera a un monstruo –que una vez desvelado es más risible que tétrico–: el Demonio de medianoche, el cual utiliza los peores miedos de sus jugadores en su contra –otro elemento ya muy visitado–.

El filme de Travis Zariwny se encamina por la misma línea de algunas películas recientes que exploran la desgracia de Pandora, en la cual un objeto de apariencia inofensiva desata graves catástrofes. Ouija (2014), de Stiles White, enfrentaba a Olivia Cooke con los predicamentos de utilizar el endemoniado tablero, conducto con el más allá y con espíritus demoniacos; 7 deseos (2017), de John R. Leonetti –también director de Annabelle– ponía a Joey King en posesión de una caja china de procedencia ancestral con el poder de conceder anhelos de factura sangrienta. Además de estas evidentes semejanzas, las cuales también se extienden a los terruños de la estructura y de las maquinaciones de “terror” –efectos de sonido estruendosos, apariciones maquiavélicas cuando los personajes dan la espalda a un lugar, muertes vaticinadas, etcétera– las tres cintas coinciden en tener como protagonistas a chicas adolescentes.

Fuente: CINEPREMIERE

Servicios

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. PUEBLA PUEBLA