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Martes, 17 Julio 2018 20:19

Confesiones del hombre que asesinó a sacerdote poblano en la Catedral de México

Por  Staff Puebla On Line

 

Juan René asesinó al sacerdote José Miguel Machorro Alcalá, originario de Ajalpan, Puebla, mientras oficiaba misa en la Catedral de México, en mayo de 2017.

A un año de los hechos se publica una entrevista que le realizó el periodista Humberto Padgett.

Aquí las confesiones:

Cuando Juan René —o Jean Renois, como él mismo traduce su nombre al francés— ingresó por la puerta principal de la Catedral Metropolitana, flanqueada por las esculturas de San Pedro y San Pablo y coronada por la Asunción de la Virgen María, su corazón ya era un tambor batiente.

Sólo sentía que mi BPM (beats por minuto) estaba a 120, mi corazón era como un zumbido era como un ¡¡¡trrrrrrrrr!!! y estuve pensando muchas cosas, estaba ahogado en drogas, completamente ahogado en drogas, ahogado en cólera, ahogado en ira, consumí mucha ayahuasca, muchos hongos alucinógenos”, dice Juan René Silva cuando recuerda el momento del 15 de mayo de 2017 que lo trajo aquí, al Centro Varonil de Readaptación Psicosocial, donde platicamos.

Ese día, Silva dejó atrás el altar del Cristo del Veneno, las capillas y los siglos ahí escondidos y entonces, los susurros, convertidos en coros de serpientes, exigieron en un sentido y el otro: “¡Hazlo, hazlo!”, “¡No lo hagas, no lo hagas!”.

Entonces, como levitando sobre el mármol, observó al sacerdote José Miguel Machorro Alcalá, y siguió la misa de las seis de la tarde. La lectura del evangelio de ese lunes tomó de los Hechos de los Apóstoles el milagro otorgado por Pablo y Bernabé a un tullido a quien hicieron caminar. Quienes asistieron al prodigio pretendieron adorar a los apóstoles como si fuesen los dioses Mercurio y Júpiter.

Estaba jugando con magia, estaba manejando magia, la magia existe, la magia es real, aquí sólo le llaman esquizofrenia o paranoia, pero es algo que la sociedad normal y la ciencia normal aún son incapaces de explicar porque carecen del conocimiento y de la tecnología para poder cuantificarla o cualificarla, pero existen, yo la vi, yo la viví, yo la manipulé”, recuerda.

—¿Qué te daba posibilidad, poder de hacer qué, o de evitar que ocurriera qué? —pregunto a Juan René en el Cevarepsi.

—De ver cosas que todavía no sucedían, desbloquear números telefónicos de personas, encender una vela con un dedo, leer la mente de las personas.

Embriagado por la historia de una dinastía de asesinos propuesta en la saga de videojuegos, cómics y novelas gráficas de Assassin’s Creed; marioneta tirada por los hilos del delirio, la fantasía y la alucinación, Juan René avanzó hacia Machorro Alcalá.

—¿Nunca lo habías visto?

—No, nunca lo había visto.

—¿Lo viste a los ojos?

—Sí.

—¿Cómo era su mirada?

—Recuerdo el evangelio, recuerdo que decía que “no es con espada ni con ejércitos, sino con tu santo espíritu”, tomé la hostia con él, me cayó agua bendita con él, algo dentro de mí me decía “no lo hagas”, algo dentro de mí me decía, hazlo, y no me importó sólo saqué la navaja y lo hice.

—¿Cuántas veces?

—Tres veces.

—¿Huyó?

—No pudo huir, cayó desplomado, entonces en ese momento era cuando yo tenía que decirte todo lo que te estoy contando.

—¿Ya estaba decidido?

—Sí.

***

El día de la entrevista, 18 de mayo, Juan René cumplió un año en la prisión manicomio de la Ciudad de México.

El Centro Varonil de Readaptación Psicosocial (Cevarepsi) es un módulo anexo al Reclusorio Sur, en Xochimilco. Como cárcel, el sitio es peculiar por las condiciones de sus internos que, a la vez, son pacientes psiquiátricos permanentemente medicados. Los delitos de ingreso son de carácter violento, principalmente homicidios, lesiones y violaciones sexuales; es difícil que lleguen procesados o sentenciados por narcotráfico e imposible la presencia de lavadores de dinero o defraudadores.

Muchos provienen de la calle y la mayoría sufre de abandono familiar. Es el grupo de reos más pobres del Sistema Penitenciario y, sólo en coincidencia con los centros para adolescentes en conflicto con la ley, éste es un reclusorio en el que no circula dinero.

Sin dinero, los problemas de drogas ilegales, extorsión o prostitución interna son mucho menores. El día que ingresamos la cuenta en la pizarra indica que hay 222 internos, todos varones. Las mujeres inimputables por discapacidad cognitiva viven internas en la prisión de Tepepan, también en Xochimilco, pero no tan al sur de la capital mexicana.

—¿Utilizabas alucinógenos para poder alcanzar los estados a los que te refieres?

Utilicé muchas drogas durante mucho tiempo, al principio utilicé muchos químicos, después utilicé plantas de poder.

—¿Recuerdas a qué edad empezaste?

—A los 13 años por curiosidad. Después empecé a leer qué son las plantas de poder y para qué servían y por qué las habían inventado y les empecé a dar un mal uso —dice Juan René en un raro momento en que su realidad parece coincidente con la realidad de cualquier otro. —Lo que el psiquiatra dice es que tengo un trastorno por uso de sustancias alucinógenas, pero eso es sólo lo que él dice.

—¿Tú no estás de acuerdo con esa idea?

—No sé si estar de acuerdo o en desacuerdo con ello. Para las personas normales o lo que la sociedad llama normales, ¿qué es la esquizofrenia? Si la sociedad lo que quiere y lo que está haciendo son robots para que no tengan capacidades para crecer y subir socioculturalmente y una persona con los rasgos característicos de la esquizofrenia ¿qué es lo que hace?, es un innovador es un visionario, es un soñador.

—¿Cómo te sientes en este momento?

—Observado.

—¿Pero también estás observando?

—¿Qué estoy observando? Cuatro paredes de las que tengo un año que no salgo.

 —¿Y aquel día en la Catedral?

—Estaba en un estado de híper conciencia inducido por las plantas de poder. Volví  a hablar con Obama, me dieron un celular, tenía un celular aquí con el teléfono de Emma Charlotte Watson, Emma Charlotte Watson es Hermione de Harry Potter, tenía un celular aquí, tenía 90 mil pesos acá, tenía una 45 de este lado y puta madre cabrón todo se volvió a ir a la mierda por culpa de Carlos Salinas de Gortari.

—¿Sí, pensabas, reflexionabas, decías que tu corazón latía como un zumbido o que era un zumbido?

—Decir que pensaba, decir que reflexionaba sólo sería perjudicial para mi estado jurídico (…) Soy absurdamente inteligente, las cosas que hice, los edificios que hice, las teorías que hice, desarrollé... hay unas partículas que se llaman taquiones, los taquiones que son la energía de la vida, y la segunda partícula más grande que existe, viajan a más de 27 veces la velocidad de la luz. Yo estaba trabajando en una teoría y una máquina para acelerar partículas a más de 27 veces la velocidad de la luz.

—¿Pero por qué un sacerdote?

—Porque lo pusieron.

—¿Quién?

—Las personas que están en el poder.  A mí se me olvidó hasta que llegué a este lugar y empecé a recordarlo, ellos son los responsables y decir todo esto y decirlo ante las cámaras significa que van a ir y le van a poner una pistola a mi mamá y la van a volar.

—¿Pero por qué?

—Es una pregunta para la que todavía no tengo respuesta. Me estaban exigiendo al máximo.

—¿Pero por qué?

—Por deporte.

—¿Lo disfrutaste?

—No quiero hablar de eso.

—Un deporte se disfruta, tú lo habías dicho antes.

—Pues no estoy disfrutándolo para nada.

—¿Ahora no?

—No.

—¿Y en aquel momento?

—Tampoco, sólo lo hice porque tenía que decirle al mundo todo lo que te estoy contando ahorita y ahorita sólo te estoy contando una parte de lo que sucedió, hay muchas cosas.

—¿Pero por qué el sacerdote?

Porque  La Gaviota lo puso.

—Sí, pero ¿por qué a él, por qué no a un monje budista?

—La Gaviota le habló al Papa, porque el Papa me iba a casar con Paulina, entonces La Gaviota al principio le miente al Papa y le dice que yo soy el culpable de todo. Cuando al Papa le dicen la verdad de que ellos me torturaron, de que yo soy muy inteligente, de que quiero componer el mundo, de que todo lo que había hecho, bla bla bla, etcétera, entonces el Papa me dice “ahora sí te quiero ayudar” y yo le digo: Pues vas y chingas a tu madre, pinche verija con sotana. Y te voy a matar. Él me dice: “no me vas a alcanzar” y le dije que habría de alcanzar a uno de sus pendejos. Entonces, La Gaviota se agarró de eso y lo puso a él.

***

En prisión, Silva continúa pintando cuadros. Ahora mismo termina una pintura que hace para una chica de la Universidad Iberoamericana que practica su servicio social en el Cevarepsi. Tiene talento. Cursó algunos semestres de la carrera de arquitectura. También toca la guitarra y el piano. Escribe poesía y compone música.

—¿Y las voces?

—¿Y qué tal si sí son entidades externas y no es sólo alucinaciones y, como la sociedad no está capacitada para comprender lo que es una entidad externa, nos juzgan como locos, nos mandan al psiquiátrico y, si cometemos un delito, nos mandan a este lugar? Mi conciencia grita, mi conciencia llora, mi conciencia se frustra, mi conciencia se enoja, mi conciencia quiere salir volando de este lugar, mi conciencia quiere desprenderse de este cuerpo físico y ver qué es lo que hay más allá.

—¿Te recuerdas feliz?

—Surfeando. Es como si volaras sobre las olas, es como si el mar estuviera vivo, como si fuera una masa viviente líquida.

—¿Puedes decir la letra de alguna de las canciones que hayas escrito? —propongo.

—I don’t know why the gods, send me here, to this place whit the insanes. (No sé por qué los dioses me enviaron aquí, a este lugar con los locos).

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