APUNTES SOBRE EL DESTAPE DE MORENO VALLE EN TELEVISA

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Rafael Moreno Valle llevaba toda su vida preparándose para responder a la pregunta: “¿Va usted por la candidatura presidencial del PAN o no?”, y si bien su contestación no fue una sorpresa, pues desde hace mucho tiempo se sabía de sus intenciones, al hacerlo con la claridad con que lo hizo, en el foro en el que lo hizo, en el momento en el que lo hizo, logró lo que no había conseguido en casi seis años de picar piedra: legitimarse política y mediáticamente a nivel nacional como un contendiente de peso -e incluso ya como un finalista por propio derecho- del proceso interno panista, lo que se dice fácil pero no lo es.

En otras palabras: ahora sí se metió de lleno, y en serio, a la carrera por la candidatura, y por vez primera en todos estos años se exhibió a los ojos del gran público mexicano como un actor protagónico del 2018, en un medio masivo como Televisa que, pese a todo, todavía sigue siendo la principal caja de resonancia de los grandes temas nacionales, como la sucesión presidencial, con el debido respeto a las muy importantes, e influyentes, redes sociales.

En la mesa de debate de “Despierta” de Carlos Loret de Mola, Moreno Valle fue eficaz y oportuno, y sobre todo supo aprovechar el momento y la circunstancia; el simple hecho de aparecer junto a Margarita Zavala, en un tú a tú bastante civilizado, muy alejado de la carnicería que muchos esperaban, lo dotó de una estatura que en realidad no tenía –o no con esa contundencia- y lo insertó en una nueva dinámica, la de un presidenciable –con la fuerza y el simbolismo de la palabra, una palabra mayor-.

En contraste, el gran perdedor del ejercicio televisivo fue, sin ninguna duda, el ausente Ricardo Anaya, el vapuleado dirigente del PAN que, al declinar la invitación que se le hizo con semanas de anticipación, dejó un vacío –y un silencio- que Margarita Zavala, Moreno Valle y hasta Gustavo Madero –en enlace desde Chihuahua- llenaron a la perfección, dando pie al nacimiento de facto de una alianza pragmática y temporal entre el gobernador poblano y la ex primera dama del país contra el inescrupuloso jefe nacional del blanquiazul, retratado y atrapado en su doble juego de juez y parte de un proceso en el cual debería fungir como un árbitro imparcial.

Nunca fue más cierto aquello de que el enemigo de tu enemigo es mi amigo.

Y es que, como era de esperarse, el TUCAN (Todos Unidos Contra Anaya) se le fue a la yugular con argumentos de peso –y totalmente irrefutables- y le demandó definirse para dejar de ser “pitcher, cátcher, bateador y para colmo, hasta umpire”, como dijo Margarita Zavala citando a Manuel Clouthier “Maquío”.

Lo más grave es que no estuvo presente para defenderse quien sí ha tenido tiempo y espacio para acudir al mismo foro, Televisa, para debatir con Manlio Fabio Beltrones (la noche del pasado 5 de junio) y con el nuevo dirigente del PRI, Enrique Ochoa Reza (el 2 de septiembre en el programa “Si me dicen no vengo”), pero no para intercambiar posiciones con Moreno Valle y Zavala, los contendientes más fuertes por la candidatura panista a la que él también aspira (¿o aspiraba?) desde la comodidad del Comité Ejecutivo Nacional del PAN.

Gustavo Madero lo dijo clarito: hay cancha pareja para Margarita y Rafael, pero no para Ricardo, “porque Ricardo modificó los estatutos para él estar hasta un día antes de su registro como candidato, como presidente del partido, y utilizar esa plataforma para desde ahí construir su proyecto, eso es lo que no hace una cancha pareja…”.

¿Será que a partir de ahora, ya no son tres, sino dos (Moreno Valle y Zavala) los aspirantes del PAN a Los Pinos en 2018?

Y es que bien subrayó el poblano: “Nunca antes en la historia del PAN se ha dado un caso de que un presidente del partido en funciones busque ser candidato a la Presidencia de la República”.

El encuentro en #DespiertaConLoret tuvo, por lo demás, un rasgo muy interesante: comenzó minutos después de que en el noticiero se diera a conocer una serie de notas muy críticas sobre dos de los gobernadores más impresentables del país, ambos del PRI, el de Veracruz, Javier Duarte, y el de Quintana Roo, Roberto Borge, enlodados en graves, gravísimos casos de corrupción, y por eso con la PGR encima.

El contraste con Moreno Valle fue tan natural como evidente: mientras aquellos fueron exhibidos como un par de vulgares ladrones, el poblano apareció en vivo, y en directo, no sólo como presidenciable, sino como un gobernador con méritos y resultados, ajeno a ese tipo de escándalos; de hecho, hasta se dio el lujo de presumir que gobierna el quinto estado más poblado del país, al cual, pese a la deplorable situación en que lo recibió en 2011 –con problemas de corrupción, inseguridad, mala calidad educativa, pobreza, desabasto de medicamentos y escaso acceso a los servicios de salud-, pudo darle la vuelta y colocarlo en los primeros lugares de todos los indicadores.

En el lenguaje de la televisión, que no pocas veces se limita únicamente a distinguir entre buenos y malos, Moreno Valle quedó en el bando de los primeros –aunque ello pueda ser discutible- y aquellos en el de los segundos, lo que además le ayudó a dejar una cosa adicional en evidencia: el poblano tiene mucha más tablas y experiencia política y administrativa que la indudable puntera en las encuestas, Margarita Zavala, quien también con su carisma, no cabe duda, sacó no pocos beneficios de su comparecencia en la pantalla chica.

Sinceramente creo que, más allá de fobias y filias, Moreno Valle ganó muchísimo este jueves con su participación en “Despierta” -preámbulo de un maratón de entrevistas sobre el mismo tema en prácticamente todos los noticieros radiofónicos de relevancia de la Ciudad de México-; si ya el pasado 5 de junio recuperaba vigencia con el triunfo del PAN en el estado, su proyecto presidencial ha cobrado hoy un verdadero impulso y no sé si va a terminar siendo el candidato de Acción Nacional, pero lo que sí sé es que ya está en la final y va a pelear por la candidatura, como aseguró al destaparse, “de tiempo completo y en cuerpo y alma”, a partir del 1 de febrero de 2017.

Considero que los críticos de Moreno Valle –o algunos de ellos- siguen actuando con el hígado y equivocándose y cometiendo el mismo error de siempre: minimizarlo.

Lo hicieron cuando buscó ser diputado federal por el PRI, cuando peleó por el Senado (ante el mismísimo Melquiades Morales, su maestro, a quien le ganó), cuando luchó por ser candidato del PAN a la gubernatura, cuando en 2010 armó una insólita megacoalición que lo llevó a sacar al PRI a patadas de Casa Puebla, cuando en 2013 ganó la mayoría del Congreso y las más importantes alcaldías, y, recientemente, este 2016, cuando se salió con la suya y se convirtió en el primer gobernador poblano que pone gobernador (con el contundente triunfo de Tony Gali), una verdadera proeza política.

Animal político en toda la extensión del término, que no tiene otra ocupación o distracción que encontrar la forma de mantener y extender su poder, y que trabaja todos los días en ello, y que piensa y piensa y vuelve a pensar en cómo conseguir sus objetivos, Moreno Valle no está acostumbrado a ser derrotado tan fácilmente; de hecho, cuando gana, arrasa, y cuando pierde, al menos empata.

Él mismo se lo dijo con suma claridad a Joaquín López Dóriga en Radio Fórmula:

“En todas las elecciones en que he participado han dicho que voy abajo y todas las he ganado, yo espero que continué con esa tendencia”.

Pocos entienden que este no es el momento de las encuestas; hoy, la contienda real en el PAN está en otro terreno, el de la operación política, la construcción de alianzas, el reclutamiento de un ejército y el armado de estructuras, algo en lo que Moreno Valle y su grupo son unos expertos.

Es ahí, precisamente, donde las posibilidades del gobernador de Puebla, ya presidenciable, crecen, y exponencialmente.

¿O me equivoco?

gar_pro@hotmail.com

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