Plutocracia sindical

Fernando Maldonado

Cuando el profesor convertido en “animador” comenzó a corear con el puño en alto desde la tribuna “unidad” “unidad”, se encontró con un auditorio repleto sí, pero desganado, casi ausente.

Nadie lo secundó, salvo un pequeño grupo de no más de 12 incondicionales del dirigente magisterial de la sección 23, Eric Lara Martínez. El resto de los  asistentes se mantuvo ajeno, frío y distante de una clara aspiración por enviar una críptica señal de fortaleza y poder.

No fue el único desatino durante la concentración de profesores traídos ex profeso de distintos rincones de Puebla para un presumible acto de fe: la unidad magisterial.

Cuando el líder nacional del SNTE, Rafael Ochoa Guzmán daba la espalda al auditorio, en señal de retirada tras considerar el de Elba Esther Gordillo un “liderazgo democrático”, muchos de los asistentes salieron del sopor del medio día del sábado aquél y se dirigieron al lugar de la comilona organizada sobre la explanada.
Una veintena de refrigeradores entre otros aparatos electrodomésticos y hasta un automóvil compacto esperaban a los comensales.

Unos 5 mil lugares aguardaban. Poco a poco se llenaron y con ello hicieron el vacío a otro de los consentidos de la “democrática” dueña del SNTE y Panal, Emilio Zebadúa.

No lo sabrá la dirigencia magisterial porque su condición es la de la grilla palaciega, más que de la superación intelectual. Pero debe saber que la imagen que se desprende después de la concentración del pasado fin de semana es la de la plutocracia.

Una clase política dominante en la que prevalece el desequilibrio en la toma de decisiones. Privilegio de pocos y desventura de muchos, los maestros podrán decir con mayor claridad que hay una clase dirigente rica, frente a una clase trabajadora con ingresos cada vez más insuficientes.
No era ese el mansaje que suponían enviarían al destinatario original, en la oficina de la comisión de transición. La falta de capacidad para operar ese tipo de eventos quedó evidenciada.

No fue una señal suficientemente clara, y mucho menos contundente, si ese era el propósito por un elemento ausente en absoluto: la pertinencia de la dirigencia respecto de un gremio castigado en el bolsillo y acarreado hasta el insulto.

En el sótano…
¿Quién o qué motivo la salida intempestiva de Blas Villegas de la Agencia de Protección Ambiental en el Municipio de Puebla?

Todavía el jueves por la noche durante los recorridos por el Paseo Bravo y las sendas del centro de la ciudad a los que invitó la presidenta municipal Blanca Alcalá, el funcionario saludaba y sonreía sin el asomo de contrariedad de un hombre que será despedido, o forzado a dejar el encargo.

Hay quien apunta que el ex servidor público tuvo su tormenta perfecta: atrasos en cumplimiento de objetivos en distintos programas, insuficiencia para solventar observaciones en una auditoría previa y falta de pertenencia al equipo cercano de la presidenta municipal. La realidad es que su caída sucedió en horas.

Por cierto que una bomba está por estallar en el municipio capitalino. Las repercusiones alcanzarían al síndico municipal, Román Lazcano Fernández. Aquí una prueba de la utilización unipersonal de un predio de 3 mil metros cuadrados en donde se asienta un complejo deportivo ubicado en la colonia Vicente Guerrero, conocido como Campos del Seminario. 

El firmante del documento que aquí se presenta es jefe del Departamento de Afectaciones y Expropiaciones de la sindicatura, Arturo Rodríguez Ballinas e ilegal “arrendador” de los predios citados. Se trata de una amplia red de corrupción que este reportero detallará en otra entrega. 
 
   
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