El juego de la silla

Lesly Mellado May

Era una fiesta infantil. Sucede que quedaban dos competidores por el triunfo en el juego de las sillas, al parar la música, el niño que no alcanzó la silla en disputa alargó el brazo y consiguió una que colocó junto a la de su contrincante. Las carcajadas fueron coronadas: “parece político, si no gana, arrebata”.

La fiestecita viene a cuento por la escena de la sesión de Cabildo de este miércoles que quedó registrada en redes sociales. Claudia Rivera Vivanco como el niño aquel se aferró a una silla que no le correspondía.

La sesión de Cabildo fue convocada para la toma de posesión de Argelia Arriaga como presidenta municipal suplente, luego de que Rivera solicitó licencia para dejar el cargo en busca de la reelección.

Arriaga rindió protesta como si de cualquier funcionario se tratara, al frente de la mesa central y no en el sitio desde donde se presiden las sesiones. Formalmente tras cumplir con el protocolo ya era la máxima autoridad municipal pero no pudo ocupar la silla presidencial del salón de Cabildo. Claudia Rivera se lo impidió y la trató como una subalterna. Como el niño aquel, Rivera consiguió una silla “menor” para sentar a Arriaga y mantener así el mueble de mayor rango apenas por unos minutos en los que su suplente cerraba la sesión.

El gesto de Claudia Rivera no está muy lejos de los protagonizados por Rafael Moreno Valle que ninguneaba a Eduardo Rivera durante los Gritos de Independencia. Tampoco está lejos del amor y adaptaciones que a esa silla le hizo Mario Marín, quien, cuenta la leyenda urbana, ordenó cortar las patas de la silla para que no le colgaran los pies, pero como quedó casi al nivel de las destinadas a los regidores terminaron por achaparrarlas todas.

Claudia Rivera no está lejos del ejercicio del poder autoritario de Moreno Valle, quien tuvo como “encargados de despacho” a Tony Gali y Luis Banck en la alcaldía de Puebla. Ella trató así a Arriaga desde el primer minuto en que tomó posesión. Lo que lleva a preguntar si la morenista dejará gobernar a Arriaga o ejercerá como candidata y presidenta.

Claudia Rivera no está lejos del ex alcalde panista Luis Paredes Moctezuma que se empeñó en dejar su huella en el zócalo de Puebla. Ella también hace obras de remodelación y mantenimiento que son un misterio pues se han negado a informar, incluso a los regidores, sobre los detalles. Hace 20 años, por cierto, Argelia Arriaga era férrea defensora de la pátina de las esculturas y los adoquines del zócalo.

La candi(data)presidenta se negó a gobernar con los principios de la izquierda, porque no basta con colgar pendones en el palacio municipal a favor de las causas sociales defendidas por esa corriente política, tampoco con solidarizarse verbalmente con las feministas, ¿dónde quedó la promesa de atender a las juntas auxiliares y evitar obras de relumbrón? No imagino a Claudia Rivera antes de 2018 soñando en ser presidenta municipal con el objetivo de remozar el zócalo.

Valgan estas comparaciones para sacudirnos la idea de que se le juzga con mayor rudeza porque es mujer. Aquí dejamos un pequeño muestrario de que para la veleidad del poder no hay género.

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