(Des) Grace

Lesly Mellado May

Desolación. Así se describe el panorama en la Sierra Norte tras el paso del huracán paradójicamente llamado “Grace”.

Sábado 21 de agosto. La sierra despertó sin energía eléctrica y con fuertes golpes en los techos. Quiénes transitaban por las carreteras y caminos sentían el ir y venir de la fuerza de la lluvia. Las veredas se oscurecían en plena mañana y los majestuosos pinos eran zangoloteados. La tierra crujía mientras el agua penetraba con fuerza.

Los legendarios y esculturales árboles caían derrotados en su misión de resguardar la tierra. Automovilistas y pasajeros de camiones se bajaban de los vehículos en medio de la tormenta y el “chipi-chipi” para liberar el camino. Unos diez hombres intentaron arrastrar parte de un árbol caído, el tronco no cedió y entonces con brazos y piernas terminaron por tronar sus ramas. Así acabó, cercenado, como los cientos de guardianes de la sierra que sucumbieron ante “Grace”.

Por todos lados brotaban ríos de piedra y lodo. El ruido del agua y el viento chocando en las montañas, arañando la tierra, proclamaba a gigantes librando una batalla.

En los municipios limítrofes de Puebla e Hidalgo, los operativos de Protección Civil funcionaban. Con una velocidad nunca vista, los brigadistas desfilaban con sierras y retroexcavadoras para liberar las carreteras.

Mientras en las montañas los árboles luchaban por permanecer en pie, en la planicie los cultivos se ahogaban en extensas lagunas.

El maíz, grano fundamental para este país, no logró sobrevivir en miles de hectáreas. Las milpas quedaron recostadas como si un gigante hubiera dado un paseo por ahí; como si no importara que a diario con machete y azadón en mano los labriegos les procuraran el mejor suelo.

Horas de lluvia y sin electricidad, las sobremesas recobraron vida. Sin la distracción del celular y la televisión, los serranos se hallaron platicando de nuevo y recordando las lluvias de 1999 y el no tan lejano “Earl”.

Hubo algo extraño con “Grace”, no generó frío, y la memoria serrana dicta que huracán es igual a bajas temperaturas. Entonces se oían reflexiones sobre la extinción del bosque, del “chipi-chipi” y la neblina, provocando la mirada incrédula de los niños cuando les contaron que otros niños hace algún tiempo dejaban de ver el sol durante semanas y no tenían más que caminar entre nubes.

Tierra adentro, “Grace” golpeaba a los más pobres: techos, cultivos, viviendas, caminos, escuelas y vidas perdidas, en la misma región que 1999 y 2016.

Cada vez… casi la misma crónica. Desolación.

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