Las agruras de un presidente

Fernando Maldonado

Es probable que en las próximas horas el número de personas que frecuentan Facebook se conviertan en amigos de una página colocada en esa popular red social que el ingenio de los cibernautas bautizó con el nombre: “Por los que ya no quieren que Calderón en el desfile del 5 de mayo en Puebla.

No es gratuito que los feisbukeros (el verbo, aunque no admitido por la Real Academia de la Lengua, es dable en virtud de la enormidad de usuarios del extraño vocablo) hayan decidido la creación de una página de tales características.

El 5 de mayo de este año, mientras cientos de alumnos de distintos planteles de Centros Escolares esperaron por horas bajos los ardientes rayos del sol a que un inaccesible presidente se retirara de la tradicional parada cívico-militar, con motivo de la gesta de 1862 en la que fue derrotado el Ejército francés, la repulsa surgió. El agravio está ahí.

Al presidente de México le desagradan los poblanos, o el mole preparado en nuestra tierra le ha generado malestar superlativo en el proceso digestivo. Es esa la explicación que podría aventurarse ante la sistemática patanería con la que se ha conducido el jefe de la nación en tierras poblanas.

Y es que si la incomodidad manifiesta tiene que ver por su particular animadversión hacia la persona del gobernador Mario Marín Torres, entonces el Jefe del Estado Mexicano ha decidido actuar como jefe de pandilla al tazar igual al resto de la comunidad poblana, con un habitual y ostensible comportamiento plagado de groserías.

No es que este reportero defienda la investidura del gobernante poblano, frenéticamente cuestionado en el círculo rojo, por su forma de ejercer el poder. No creo que lo necesite.

Subrayo un acontecimiento que ha ocurrido desde los tiempos en que un Calderón Hinojosa candidato supuso fácil deponer a un gobernador por un escándalo mediático. Más tarde se encontró con que el sistema del que él mismo abrevó, está diseñado para privilegiar la impunidad. De ahí le vienen las agruras.

No es solo la visión de quienes recurren al expediente fácil de la descalificación por un presidente evidentemente desgastado y disminuido frente al reto descomunal del narco. Hace no mucho tiempo un prominente militante del Partido Acción Nacional concedió al reportero razón: Calderón es un majadero.

Coincidencia desafortunada, este 18 de noviembre que conmemoramos el inicio de la Revolución Mexicana con eventos diversos, entre ellos un homenaje a los Hermanos Serdán a 100 años del suceso, Los Pinos confirmaron que Felipe Calderón no viene.

Habría que coincidir en que la presencia de la persona de éste no es necesaria para conmemorar en su justa dimensión de actuación central de una familia poblana en el proceso que condujo a la caída del dictador Porfirio Díaz.

No habrá que olvidar sin embargo, que el ausente es también depositario de un sistema del que emana la fuerza del voto y que lo condujo de La Silla Presidencial; guste o no, producto de la tragedia de la muerte de Carmen y Aquiles Serdán hace una centuria. Y que las agruras del presidente le impiden advertir por sobre sus fobias.

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