El inicio de esta semana ha resultado ajetreado. Todavía no despertábamos de la caricatura que vivimos con la segunda fuga de El Chapo Guzmán, cuando las redes sociales se conmocionaron con la muerte de Joan Sebastian.

Después de La Dictadura Perfecta, la gente ve diferente la agenda informativa que imponen los noticieros en televisión, así que para muchos – en total ironía – lo que ha ocurrido no es más que una cortina de humo para distraer a los mexicanos de la privatización del sector salud.

Cuando ya no sabemos si reír o llorar, es mejor repasar los memes que han inundado las redes sociales, en donde miles han encontrado desahogo.

Cuando uno va a viajar, gasta mucho presupuesto en habitaciones de hotel a las que muy pocas veces sacamos provecho. La pasamos recorriendo ciudades o en itinerarios de actividades que

ocupan las tres cuartas partes del día. Aquí unas ingeniosas opciones proporcionadas por el sitio escapehere.com, que cumplen con lo básico: una cama para dormir y un rincón para ducharse.

Son consideradas las habitaciones de hotel más pequeñas del mundo y la sorpresa es que una de estas opciones está en México, cerca de Puebla, en Tepoztlán.

1. CityHub – Ámsterdam. Es lo último en alojamiento. Fue creado por dos universitarios oriundos de Ámsterdam que aman viajar y conocer gente. Los precios son accesibles y se espera que los viajeros puedan aprender más acerca de la cultura local. La habitación más barata cuesta 59 euros. El ‘hub’ está equipado con dos camas, parlantes para su iPod, WiFi gratis y luces de colores. Los sanitarios y las duchas son compartidos.

2. Das Park Hotel – Alemania. Ofrece a los viajeros la oportunidad de hospedarse en un tubo de desagüe personalizado y completamente equipado con una cama doble, un espacio para almacenar sus pertenencias, luces, tomacorrientes o enchufes, frazadas y ropa de cama. Los espacios públicos circundantes ofrecen sanitarios, duchas, una cafetería y un mini bar. Lo mejor de este sitio es que maneja un sistema de pago “a voluntad”, lo que lo hace accesible para todos.

3. Hotel The Pod – Ciudad de Nueva York. La habitación está equipada con dos camas, parlantes para iPod, WiFi, un televisor pantalla plana, un armario y una pequeña zona de trabajo.

4. Yotel – Airport Heathrow de Londres. Inspirado en los viajeros de primer nivel a la hora de construir sus pequeñas pero lujosas cabinas. Sus principales clientes son los empresarios que vuelan con frecuencia a las ciudades más importantes de Europa. Este hotel se encuentra en el área pública de la terminal 4 y ofrece espacios cómodos y con estilo para relajarse sin necesidad de abandonar el aeropuerto. La cabina estándar mide 3.47 por 2.55 metros y está equipada dos camas de tipo cucheta, una pequeña zona de trabajo, un televisor pantalla plana, duchas y sanitarios.

5. Green Plaza Shinjuku –Tokio. Japón es pionero en la construcción de ‘hoteles cápsula’ destinados a aquellos que literalmente sólo necesiten un lugar donde dormir. Este hotel ofrece espacios pequeños para descansar junto con servicio de masaje adicional. Los precios son bastante accesibles y oscilan entre $20 y $40 dólares por noche. Cada cápsula está equipada con un televisor, ropa de cama, WiFi y cortacorrientes.

6. Capsule Inn – Osaka, Japón. Abrió sus puertas al público en 1979 y es un líder en la industria de los hoteles cápsula. Después de registrarse, le darán la llave de la habitación y le asignarán su número de armario. Luego se dirigirá al vestuario, dejará allí su ropa y sus pertenencias y se pondrá cómodo. El precio estándar incluye acceso gratuito al sauna y al spa.

7. Tubohotel -Tepoztlán, México. Ubicado en el pueblo mágico de Morelos brinda habitaciones hechas de tubos de cemento; algunas hasta están apiladas en forma de pirámide. Cada tubo está equipado con camas de dos plazas, escritorios, luz, un ventilador, sitios para almacenar sus pertenencias, toallas y ropa de cama. Las duchas y los sanitarios se comparten con otros huéspedes y dispone de una enorme piscina a pocos metros de su dormitorio. Las tarifas van desde los 600 pesos por noche.

8. Hotel Sleepbox – Moscú, Rusia. Estas cápsulas ofrecen un poco más de espacio para moverse que las de Japón. El establecimiento dispone de 50 dormitorios sin ventanas y algunos tienen capacidad hasta para tres personas. Están equipados con una cama, un escritorio, una lámpara y un pequeño armario. Las duchas y los sanitarios se ubican afuera de los ‘pods’ y se comparten con el resto de los invitados. Los precios van desde $50 USD la noche.

Durante tres años, el fotógrafo Gabriele Galimberti viajó alrededor del mundo para documentar la vida de varios couch surfers; sin embargo, mientras hacía su tarea se topó en el trayecto con una constante: niños.

Al artista le llamó la atención las diversas maneras en que los pequeños se entretienen, dependiendo de sus recursos, de su cultura y del país en el que habitan. Así nació Toy Stories, una
colección de imágenes en las que los niños posaron con lo más valioso que tienen en su vida: sus juguetes.

Más allá de reflexiones sobre las carencias, los perfiles infantiles o la influencia de los adultos en los juegos de los hombres del mañana, creo que las imágenes hablan por sí solas:

1. Julius, 3, Lausanne, Suiza.

2. Tyra, 3, Stockholm, Suecia.

3. Watcharapon, 4, Bangkok, Tailandia.

4. Naya, 3, Puerto Viejo de Talamanca, Costa Rica.

5. Abel, 4, Nopaltepec, México.

6. Maudy, 3, Kalulushi, Zambia.

7. Allenah, 4, El Nido, Filipinas.

8. Mikkel, 3, Bergen, Noruega.

9. Arafa y Aisha, 5, Bububu, Zanzibar.

10. Shotaro, 5, Tokyo, Japón.

11. Sofía, 4, Avon, Inglaterra.

12. Enea, 3, Colorado, EE.UU.

13. Chiwa, Mchinji, Malaui.

14. Pavel, Kiev, Ucrania.

15. Niko, Homer, Alaska.

16. Tangawizi, Keekorok, Kenya.

Cada cabeza es un mundo. Nunca esta frase ha tenido más sentido que ahora que intento escribir de Intensa Mente (Inside Out), la nueva película de Pixar que está conmoviendo a grandes y chicos. En ese orden.

Aunque los humanos experimentamos un universo de emociones todas ligadas entre sí, los creadores de esta cinta (los mismos que Buscando a Nemo, Monster Inc. y Up: una aventura de altura) se limitaron a centrar la trama en cinco: Alegría, Tristeza, Desagrado, Furia y Temor.

Más allá de la psicoterapia a la que pocos recurren – por la obsoleta creencia de que no están locos – Intensa Mente es un buen acercamiento al campo de la neurología y la psicología: dos puertas que las minorías se atreven a tocar y que sólo los valientes alcanzan a abrir.

Y es que creo que a todos nos gusta hablar de dientes para afuera de lo felices que somos o de los momentos alegres, también llueven conversaciones sobre lo que nos desagrada, lo que reprobamos, nos resulta intolerante o nos cae mal. A todos nos resulta fácil cubrir la tristeza o el miedo con alguna cara de enojo, gritamos o hacemos berrinche porque las cosas no salen como queremos.

Lo que intenta decirnos Intensa Mente es que hay que enfrentarnos a la tristeza o al miedo. No sintiéndonos fuertes e invencibles, sino todo lo contrario, rendirnos a las emociones, dejarlas fluir y aceptar que somos vulnerables. Que desde esos oscuros recovecos de la mente, una luz se asomará y nos guiará por un camino de aprendizaje.

La alegría está sobrevalorada. No se puede andar riendo por la vida todo el tiempo. Eso no es normal. La tristeza está subestimada. De ahí el cliché barato que después de la tormenta sale el sol. Pero hay que sentir la lluvia, sin paraguas.

Según la NASA este martes tuvo un segundo más de vida. Ese instante se agregó justo a la media noche como un ajuste para compensar la disminución en la velocidad de rotación de la Tierra.

Fue a las 23.59.59 cuando la manecilla alargada del reloj marcó dos veces seguidas medianoche. Seguramente la mayoría estaba durmiendo ya, otros tantos estabamos pendientes de ese suspiro más en un agonizante junio.

Lo que aún no logra la ciencia, una medida técnica lo hizo posible: el tiempo se detuvo por un instante.

Aunque pareciera nada, resulta que ese segundo le puede alcanzar a Usain Bolt para recorrer 10 metros, si se considera su récord mundial en los 100 metros de 9,58 segundos, al menos así lo indicó el diario El Clarín.

En teoría, un día dura 86 mil 400 segundos, aunque los científicos consideran que no fue así desde 1820 aproximadamente. Desde entonces, el tiempo se ha ido desfasando toda vez que la mayoría de los días tienen dos milésimas de segundo más que el día anterior, mucho menos que un simple abrir y cerrar de ojos.

“Aunque pueda parecer una cantidad insignificante, si se repitiera cada día durante un año y no modificásemos los relojes terrestres, llegaría un momento en que, por ejemplo, a mediodía sería de noche”, nos explicó la versión digital de ese diario argentino.