¿Qué nos falta?

¿Qué es lo que deseamos? Para el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, el deseo es lo que mueve la vida psíquica de todo sujeto, es del orden de lo inconsciente y es insatisfecho, siempre.  Se trata pues, de un búsqueda del objeto perdido, y más allá de un objeto, es el deseo por retornar al paraíso perdido que podría ubicarse en la infancia, más específico en el útero materno, cuando éramos uno con nuestra madre y nada nos faltaba. Sin embargo, este paraíso del que fuimos echados, ni siquiera existió, pero nos queda la huella de creer que así fue; por eso todo pasado siempre es recordado con nostalgia y con la ilusión de que fue mejor que el presente.

Para el psicoanalista francés, Jacques Lacan, quien releyó a Freud y sumó aportaciones a la teoría psicoanalítica, el deseo va a mostrar “la falta”. Ese agujero que nos indica que algo no nos llena al cien por ciento, por eso, colmar el deseo supondría enloquecer o perder aquello que algunos llaman “el sentido de la vida”. Para eso, nos salva el que sea insatisfecho, porque cuando creemos que lo hemos alcanzado, se mueve a otra cosa, como cuando anhelábamos ser Licenciados y tras obtener el título, ahora queremos ser Maestros y luego, pensamos que con eso estamos contentos, pero el día menos pensado ya estamos postulando al Doctorado.

Entonces, ¿qué nos falta?. La mayoría creemos que seríamos felices si solo nos dedicáramos a viajar, comer, dormir y hacer cosas placenteras todo el tiempo, y qué mejor, si nos pagaran por ello. Creemos que el deseo está en eso, en tener dinero, viajes y la posibilidad de hacer lo que uno quisiera. Pero todo eso superficial, nada tiene que ver con el deseo, se desea otra cosa, sobre eso va el psicoanálisis.

Luego entonces, querer no es lo mismo que desear. El querer es propio de lo consciente, de la razón y la cultura que nos gobierna. Muchas veces, a consulta llegamos con una demanda de análisis porque no se puede aceptar algún cambio en la realidad. Por ejemplo, podemos querer regresar a un momento de la vida en el que éramos felices. Podemos querer que nuestro novio o novia nos vuelva a querer como el primer día en que se enamoró de nosotros. Podemos querer que la familia esté unida como en algún momento creemos que estuvo, podemos querer volver a un trabajo donde todo era miel sobre hojuelas (aunque sabemos que nunca fue así). Todas estas “querencias”, son del tipo infantil, porque cuesta trabajo avanzar a nuevas posibilidades a partir de un momento de nuestra vida que se ha transformado.

Entonces, no se trata de escapar al deseo, de evitarlo, esquivarlo o descubrirlo, sino de aprender a caminar con ello. De identificar cómo estamos posicionados frente a él, con miras a reducir el drama en nuestra vida, a disminuir el autoengaño o por lo menos dejar de ser víctimas.

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Karina Cruz Ruiz

Psicoanalista

Twitter @karycruiz