La mirada del otro

Tus ojos fueron esa noche un destello de amor. Todos hemos escuchado alguna vez esta canción de Timbiriche. Y algo así es el amor, pero no sólo se limita a una conexión con un “alma gemela” sino también con hijos, familia, amistades y todo aquel con quien establezcamos un vínculo a partir de una identificación.

La identificación, según la teoría psicoanalítica, es del orden del inconsciente, nos encontramos con quienes ya lo habitan. No hay casualidad que hagamos clic con alguien que brilla y cuya mirada o rasgos nos resuenan en algo de nuestras huellas.

Hace años mi psicoanalista escribió un artículo para el libro “Mecanismos de defensa en las psicosis”, una compilación a cargo de la Asociación Lapsus de Toledo. El documento titulado “La mirada del otro” iniciaba así: “El encuentro con la mirada de otro es un momento que puede ser mítico, puede producir vergüenza, ser humillante, glorioso y hasta trágico”.

A partir de ahí, mi psicoanalista desglosa como éste encuentro ha sido aprovechado en películas y la literatura, haciendo un recorrido que va del filósofo francés Jean Paul Sartre al poeta y dramaturgo argentino Julio Cortázar.

Pero también abordaba una arista actual: lo que hoy estamos viviendo en las redes sociales como Facebook, Twitter, e Instagram, donde el escaparate narcisista busca la mirada desesperada de los followers o seguidores, sin embargo ese “Big Brother” se está comiendo la subjetividad al parecer, aunque lo que queda claro es que es un espejo del gran peso que tiene la mirada del otro en nosotros.

Y tal vez eso pasa con el amor a primera vista. Ese momento en que se cruzan las miradas y a partir de ahí comenzará a tejerse una historia de amor y/o des-amor. Mi psicoanalista retomaba el concepto del objeto a, propuesto por el psicoanalista francés Jacques Lacan como un resto, es el objeto de deseo. El otro se vuelve la mirada que quiero que me mire, más en la dialéctica de Hegel que alude al amo y el esclavo. De tal suerte que miramos a ese otro que “brilla” porque queremos que nos mire, que nos devuelve la mirada. Pero la situación no es así de fácil, más allá de la mirada, se trata de un proyecto, el proyecto de hacerse amar, darse a desear, dirán las abuelitas.

Hoy, en medio del capitalismo que nos marca pautas para que vayamos haciendo listas en las que vaciamos los estándares de calidad y palomeando las red o green flags, creyendo que por “amor propio” o porque lo valemos y merecemos, elegiremos la mejor opción, al más bueno para nosotros o lo ideal que todos aprobarán. Sin embargo, no hay nada más alejado del amor, pues la mirada y quedar atravesado por otro tiene más que ver con lo inconsciente y mágico que con lo consciente, lógico y racional.

Posdata: “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar huesos hasta los cuando salís de un concierto.” ― Julio Cortázar, Rayuela

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Karina Cruz Ruiz

Psicoanalista

Twitter @karycruiz