¿Dónde jugarán los niños?

 

La tragedia del pasado 5 de julio en la que murió una pequeña de seis años a consecuencia de la caída de una rama de un árbol en el zócalo de la ciudad de Puebla, cambió la perspectiva del ayuntamiento de Puebla en materia de la administración de parques y jardines.

 

Después del llamado “arbolicidio” la ciudad cambió. El corazón de la capital poblana vio desaparecer las sombras que emanaban de los frondosos y añejos árboles en la plancha del zócalo. Pero el escándalo no paró ahí. De manera simultánea la medida de “podar” todos los espacios verdes se repitió en gran parte de las calles, camellones y parques de la angelópolis.

 

Desde entonces muchas son las voces que aplauden el hecho de que “después del árbol caído….”, y a un precio muy alto, se haya aprendido la lección de tener un mejor mecanismo de prevención y protección civil. Sin embargo, también existen las voces que reprueban el “recorte” de pulmones verdes que por momentos ya luce exagerado.

 

En este medio año he visto desaparecer de los camellones los frondosos caminos de árboles y al pasar por la vialidad que cruza la colonia Villa Encantada pensaba en que la 5 “B” sur se mantenía a salvo del ecocidio, sin embargo ayer la mano del personal del ayuntamiento de Puebla al mando de Blanca Alcalá llegó hasta estos lares y arrasó lo mismo con ramas (si peligrosas) pero también con todo el follaje de los árboles que se encontraban en un parque aledaño a esta calle.