Nuevos datos duros sobre los abusos cometidos por el cuestionado –y reelecto- presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño (Canacope), Bernardo Bojalil, confirman la cloaca existente en un organismo privado siempre bajo sospecha de corrupción y de servir a los intereses del marinismo, o de lo que éste queda en Puebla.
Veamos:
1) Nadia Navarro Acevedo, hija de Carlos Navarro Corro, el efímero dirigente del extinto Partido Esperanza Ciudadana –invento de Mario Marín y Javier López Zavala-, gana la fabulosa cantidad de 16 mil pesos por concepto de hacer nada en la Canacope, sólo “pararse el cuello” de que es la supuesta directora del organismo.
2) Lo grave no es eso, sino que Nadia Navarro le proporcionó a su papá la base de datos de los socios de la Canacope –alrededor de 12 mil- para registrar su nuevo partido político ante el Instituto Electoral del Estado: el Partido Social de Integración. Tan burdos han sido en sus cochinadas que una copia de ese mismo padrón, utilizado ilícitamente por los Navarro –en complicidad con Bojalil-, está en manos de Puebla On Line. Por demás está decir que Nadia Navarro viola la confidencialidad de los socios y mal usa sus datos personales para los fines políticos de su papito querido. ¿Ya lo saben en el IEE?
3) Bernardo Bojalil no tiene desde hace mucho una cuenta de cheques que avale o soporte los ingresos por el cobro del SIEM a los comercios, sólo tiene una caja fuerte empotrada en su oficina para, claro, hacer un arqueo de caja y repartirse la lana entre él y sus cómplices. Un fraude en toda regla a espaldas de los socios.
4) Bojalil utilizó al personal de Canacope (principalmente administrativos) para realizar 400 cartas poder falsas de los comercios afiliados al organismo para reelegirse como “presidente” del mismo.
5) Un ex gerente de la Canacope, Omar de la Rosa, quien no quiso participar del “cochinero”, interpuso una demanda –la AP/1167/2012/NTE- por la falsificación de las citadas cartas-poder; el pasado 19 de abril, pidió a Bojalil que muestre las cartas para cotejar las rúbricas de los supuestos abajo firmantes. Hasta el momento se ha negado.
6) Fuertes rumores señalan que el ex presidente de la Canacope, Francisco Monterrosas, le ofreció a Bojalil 3 millones de pesos para que sepulte para siempre el famoso tema del subsidio otorgado por Marín –el subsidio precioso- de 25 millones de pesos, de los cuales, como se sabe, Monterrosas nunca rindió –ni rendirá- cuentas.
7) En la Secretaría de Economía del gobierno federal, específicamente en el Departamento de Cámaras Empresariales y Asuntos Jurídicos, existe un expediente formal sobre el caso de la Canacope Puebla. No sería extraño que la autoridad termine de documentar la cloaca del Grupo Bojalil y Asociados para proceder legalmente.
8) La Canacope está secuestrada por priístas de hueso colorado, principalmente zavalistas. Los principales, además de Bojalil y Navarro, son: Alfredo Perea Huerta, vicepresidente jurídico; Mariela Tlahuel, administradora; César González Morales, recursos humanos (novio de Mariela); Militza Garcini, administradora; Ricardo Giorge Garay, gestión empresarial, y Mario David Martínez F., comunicación social, todos vinculados directamente con Nadia Navarro, la verdadera mandamás en el organismo. Todos deberán estar en la mira de los consejeros del IEE ahora que despierten de su letargo e investiguen el uso del padrón de la Cámara para fines electorales.
9) Existen 5 mil recibos “falsos o provisionales” que la administración de Bojalil emitió de abril de 2011 a septiembre de 2011 por cobro del SIEM y afiliación. La relación de supuestos “cobros” también está en poder de Puebla On Line. El dinero nunca ingresó a las arcas de la Cámara. Esto, entre otras cosas, significa evasión fiscal, que suma una cantidad de más de 2 millones de pesos que debieron ingresaron por dichos recibos, mismos que después Bojalil intentó duplicar y cambiar pero ya no pudo. Algunos socios enterados de esta transa –la enésima- se disponen a presentar una denuncia formal ante el SAT y la PGJ.
Qué bonita familia, ¿verdad?