Los amores prohibidos, clandestinos, esos que nadie debe conocer celebran hoy su día. Como una antítesis al Día del Amor y la Amistad en el que se trata de evidenciar la melcocha a todo lo que da, los infieles destinan el 13 de febrero a celebrar con sus “otros frentes”.

Según una encuesta realizada por el sitio AshleyMadison.com, cuyo objetivo era conocer los hábitos extramaritales de los miembros de esta red social en febrero, un día antes del Día de San Valentín, la mayoría de hombres y mujeres planean reunirse con su amante para conmemorar la fecha y evitar ser sorprendidos por sus parejas.

Resulta que el pretexto más usado por los hombres para justificar la llegada tarde a casa el 13 de febrero es el exceso de trabajo, mientras que las mujeres inventan salidas con familiares y amigas.

Los hombres infieles suelen obsequiar a sus amantes joyas, lencería, perfumes y noches de pasión en hoteles lujosos, mientras que a sus esposas les llevan arreglos florales, chocolates, objetos para el hogar o salidas al cine.

En cifras, los infieles se gastan 34% más dinero en complacer a su “affair” que a sus parejas. En general los hombres se esfuerzan más en consentir a sus amantes, en donde planean incluso hacer regalos más caros y originales que lo que obsequiarán a sus esposas. Sin embargo, los infieles suelen decir con mayor frecuencia “Te amo”o “Te quiero” a sus esposas que a sus amantes, debido al sentimiento de culpa que les significa tener una relación extramarital.

Seamos sinceros. Todos hemos tenido al menos un amigo con derechos. Todos. Ya sea por el puro gusto de darle rienda suelta a las bajas pasiones o, en el peor de los casos, por la fallida idea de que un día la cosa se “formalizaría”. Aja.

Desde hace tres años en You Tube y en el sitio www.diadelamigoconderechos.com , un grupo de chavos promueven que el 19 de julio se celebre el Día del Amigo con Derechos. Desde su natal Córdoba, Argentina, Denisse Mazmanian y Juan Ortiz son los responsables de este concepto que tiene por lema “Cualquier excusa, vale”.

Además, la iniciativa suma ya más de 54 mil 500 seguidores en su muro de Facebook, donde también nos comparten las reglas para que prospere la relación con lo que ellos llaman “Amigo de Roce” (ADR). Aquí van. Por la paz mundial es importante que no se eche en saco roto estos sabios consejos:

1. No te enamorarás de tu ADR: Debes separar bien el sexo, la charla, la complicidad, de lo que pueda parecerse al amor. Si te comienza a latir el corazoncito, la cagarás y tu ADR se acabará.

2. No platicarás de tu ADR ni harás un mitote: Como es posible que para el resto de tu entorno ella no exista, si se enteran seguramente te cuestionarán (más cuando eres niña y tienes un ADR). Además, no todo el mundo está abierto a tener una rica ADR y podrían no entenderlo. Salvo que ambos estén de acuerdo en ventilarlo, lo mejor es el silencio. Podrías desatar un caos con una imprudencia.

3. Hablarás con lenguaje claro y conciso: Con el ADR hay que ser claro, establecer reglas desde el principio. La comunicación lo es todo para que no haya malos entendidos y pierdas ese gran lujo.

4. Honrarás la ‘amistad’ y no meterás el romanticismo en el asunto: nada de que se escape un “te quiero”, “me vuelves loquito”, ni pongas velas para la cena. Recuerda que hay complicidad y rico sexo, pero no hay absolutamente ningún romance.

5. Respetarás a tu ADR: Jamás la harás pasar malos momentos, porque antes que nada es tu amiga. Tampoco la expondrás a situaciones incómodas, por lo que es mejor no presentarla a amigos ni familiares, mucho menos hacerle llamadas a deshoras o mandarle mensajes comprometedores. Se acabará.

6. No cruzarás los límites impuestos entre ambos: Si se tiene una regla, por ejemplo, “nunca un fin de semana”, debe respetarse. Nada de improvisaciones que puedan llevar a problemas para cualquiera. Aguas.

7. El sexo será seguro: Si tienes una ADR, deberías dar por hecho que en su vida hay otros, por lo que jamás dejarás de cuidarte.

8. No existirán celos: A la ADR no la vas a acosar. Ya está siendo generosa contigo y debes aceptarla como es y como puede ser. Jamás se le hace una escenita si sospechas que hay otros (porque los hay, es más que probable). Si empiezas a sentir algo parecido a los celos, lo mejor es enfriar la relación, darle vacaciones, porque de lo contrario tronará peor.

La antitesis del Día del Amor y la Amistad es la desdicha, el dolor, la tristeza y el llanto. Pensando en quienes son “grinch” del 14 de febrero, recordamos cinco escenas trágicas que nadie olvida y que son las favoritas de los masoquistas.

1. Candy Candy
Pocas han sido las mujeres que han logrado superar la muerte de Anthony o el adiós de Terry Grandchester. El melodrama animado creado en 1976 traspasó más de tres generaciones a las que empapó de lágrimas y melcocha, elementos básicos en la vida de la niña rubia huérfana del Hogar de Pony que al final se convierte en enfermera durante la Primera Guerra Mundial.

2. Remi
Otro huérfano. No conforme con ser un pequeño de seis años que hace circo, maroma y teatro en las calles con tal de ganarse un par de pesos para comer, este niño francés derramaba su lágrima un día si, y otro también. La muerte del Señor Vitalis y de su changuito Corazón de León fueron motivo de que más de uno tuviera que acudir al terapeuta.

3. Simba y Mufasa.
El Rey León fue otra de las tantas películas de Disney que recurrió a la muerte de los progenitores para tocar las fibras de los niños justo cuando estaban por acomodarse en su butaca.

4. El adiós a los juguetes.
Toy Story 3 es la última película de Disney en la que la amistad termina en lloradera. Desde que empieza y hasta que termina, quienes vivieron su infancia en la década de los 90 tuvieron el nudo en la garganta al ver a Andy despedirse de sus inseparables Woody y Buzz Lightyear y el resto de la pandilla.

5. Jack y Rose.
No se trata de una caricatura pero sí de un clásico del drama en el séptimo arte. La imagen del cadáver de Jack Dawson en el cuerpo de Leonardo Di Caprio cuando va cayendo al fondo del océano Atlántico tras el naufragio del Titanic puso la piel chinita a las quinceañeras enamoradizas de finales del siglo XX.