Pasando por alto las disputas internas y de MORENA-Barbosa contra aquellos que ven como enemigos, la presidenta municipal de la capital poblana, Claudia Rivera Vivanco, comenzó su administración con claridad institucional y sin doblarse a los designios del ex candidato a la gubernatura, Luis Miguel Barbosa, quien quisiera verla peleando un día sí y otro también en los dos meses en que cohabitará con el gobernador Tony Gali. No son pocos los que le hacen una guerra sucia y la tildan de filio morenovallista, cuando en realidad la primera mujer de izquierda que gobierna la Angelópolis ha asumido con responsabilidad las riendas de la cuarta ciudad más grande del país.
En estos tiempos de encono, a los que incluso se ha sumado la dirigente nacional del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), Yeidckol Polevnsky, Claudia Rivera estuvo este martes con Gali en un acto en que se destruyeron juguetes bélicos en el Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENHCH).
Hizo oídos sordos a las descalificaciones de sus correligionarios y privilegió su nuevo papel como alcaldesa constitucional.
Su actitud, positiva por supuesto, no es menor, si se toma en cuenta que ha tenido que despojarse de prejuicios y pleitos ajenos, de MORENA y de Luis Miguel Barbosa, maestro de la intriga, secuestrado por el rencor.
En este encuentro institucional, el gobernador Gali Fayad reiteró que trabajará sin distingos partidistas con los 212 alcaldes que rindieron protesta el pasado lunes.
Y la colaboración institucional, visto con frialdad, le conviene más a Claudia Rivera que a la administración estatal, pues en el Presupuesto de Egresos para la ciudad, hay partidas etiquetadas, para cuya obtención requiere del apoyo del Ejecutivo estatal.
La presentación de proyectos tradicionalmente se da y se cabildea desde Casa Puebla.
A pesar de que Claudia Rivera tiene en San Lázaro, órgano de Congreso de la Unión que tiene la facultad exclusiva de avalar el PEF, una mayoría afín al lopezobradorismo, también hay quienes, por su sumisión o afinidad a Barbosa, podrían ponerle el pie en esta tarea, lo que redundaría en perjuicio de los poblanos.
Ya Barbosa le envió un par de mensajes a Claudia Rivera el mismo día que asumió el gobierno municipal de Puebla: la van a presionar con sus cuentas públicas desde el Congreso del estado (donde un empleado o incondicional de Barbosa, como José Juan Espinosa, preside la Comisión Inspectora de la Auditoría Superior del Estado) y la van a vigilar con lupa desde la dirigencia nacional de Morena, donde la autoritaria Polevnsky ha sido seducida y caído redondita en la dinámica de odios y anhelos de venganza del ex candidato a Casa Puebla.
Claudia Rivera ya tiene de por sí un enorme reto, en el que, hay que reconocerlo, se ha puesto en duda su capacidad y la de su equipo para salir avante.
Hay incertidumbre en muchos poblanos sobre cómo gobernará los próximos tres años, pues nunca ha tenido una responsabilidad siquiera administrativa en gobierno alguno.
De ahí que resulte doblemente mezquino que, desde el grupo de Barbosa y su otro fiel servidor Gabriel Biestro Medinilla, coordinador de los diputados locales morenistas, con quien ha tenido muchos desencuentros públicos, vengan las críticas más caústicas sobre su equipo y sus capacidades.
Ante este panorama, Claudia Rivera solamente puede encontrar aliados en la administración estatal, que encabeza Tony Gali, y que no se quejen luego los barbosistas de que trabaja muy de la mano con él en las próximas semanas.
Si su bancada en el Congreso local, que es mayoritaria, su grupo parlamentario en San Lázaro, que también es casi totalitario, no la ayudan, deberá buscar acuerdos con quien los ofrezca, para caminar en su administración.
Haciendo la analogía, son ellos y nadie más, los barbosistas y lopezobradorisas resentidos, quienes la arrojan a la labor conjunta con Gali.
Y no lo están viendo.