NI MUÑOZ LEDO QUISO METER LAS MANOS POR EL JJ

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Distinto de la alegoría de quien quema a propósito y él mismo sus naves para no volver, el diputado local del Partido del Trabajo (PT) José Juan Espinosa Torres las incendió, pero por imprudente, por su larga estela de presuntos ilícitos y porque al final de sus súplicas, ya no hubo quien siquiera le tomara la llamada. Ahora no puede volver sobre sus desbocados pasos y está presumiblemente prófugo, aunque nunca calculó que ese sería su final.

El ex presidente de San Pedro Cholula, a quien la Auditoría Superior del Estado (ASE) halló un desfalco a las arcas municipales, en el periodo 2014-2018, por más de 100 millones de pesos, pensó que, como en otras ocasiones, algún padrino de envergadura nacional le salvaría el pellejo.

No ocurrió.

Y vaya que tocó desesperadamente todas las puertas.

Datos confiables narran que incluso fue a pedirle ayuda al diputado federal y ex aspirante a la dirigencia de Morena, Porfirio Muñoz Ledo.

Pero al ver el expediente del llamado JJ, a Porfirio casi casi le da el patatús.

No sabía el tamaño de “pillo” que es su “aliado”.

El JJ supuso que, por el reciente apoyo como su porrista, en los días previos a la definición por encuestas, podría ser pagado con protección del respetado e histórico político.

Aunque no milita formalmente en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), José Juan tomó parte muy activa de la campaña a favor de Muñoz Ledo.

Hay que recordar que el poblano fue el organizador de un par de sesiones virtuales del entonces aspirante a presidir el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) morenista, el mes pasado, con simpatizantes y reporteros.

A los ojos de todos, el JJ azuzó a comunicadores para que con sus preguntas echaran a pelear a Porfirio con el gobernador Miguel Barbosa.

A pesar de su experiencia y colmillo retorcido, el ex secretario de Estado cayó en el juego.

Enunció comentarios que parecieron reprochar al mandatario poblano una supuesta persecución contra la alcaldesa capitalina y el rector de la BUAP.

Detrás de esas imprecisiones y debate artificial y armado estuvo la mano de José Juan, como en muchos otros temas que mediáticamente golpearon a la actual administración.

El hoy presumiblemente prófugo diputado local con licencia, la que solicitó para “limpiar” en “buen nombre de su familia”, se desbocó.

Desde hace mucho.

Se desquició.

Enloqueció.

Peleó por pelear, sin metas, sin proyecto, sin ideales.

Terminó por reventar todas las cuerdas que alguna vez lo sujetaron para no caer al suelo.

Se sabe también que buscó a su compadre, el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal Ávila, de quien en otro tiempo fue consentido.

Pero también a ese aliado lo perdió.

Tampoco quiso recibirlo.

Unos días antes, hace un par de semanas, de que el JJ buscara a Monreal, su esposa, la senadora Nancy de la Sierra, había votado en contra de desaparecer los fideicomisos.

Acusó de “traidores” quienes sí apoyaron esa propuesta que tuvo origen en Palacio Nacional.

En plena sesión, ella se peló con su otrora compañero de fórmula y senador muy cercano a Monreal, el poblano Alejandro Armenta.

Mal momento para hacerlo.

Aunque nos comentan que a ella ya no le incumbe del todo lo que le ocurre a su todavía consorte legal, eso marcó también la negativa de Ricardo Monreal a ayudarlo.

José Juan está ahora solo.

A salto de mata.

Con las naves convertidas en cenizas.

gar_pro@hotmail.com

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