Es realmente una incógnita, imposible de medir realmente, el efecto que dejan en los candidatos locales y su meta de ganar elecciones las visitas que hacen a Puebla los dirigentes y las “figuras nacionales” que vienen a echarles porras, a veces sin conocerlos del todo. Lo que sin duda es inocultable, en la mayoría de los casos, es que dejan la sensación de que en nuestro estado, la clase política es muy aldeana.
Eso, por la emoción que manifiestan con esas visitas.
Por el fanatismo que, incluso, a veces les profesan.
En este periodo de campañas, han venido los dirigentes del PRI y PAN, Alejandro Moreno Cárdenas y Marko Cortés Mendoza, respectivamente.
También ha visitado el estado el dirigente del otro partido que conforma la alianza “Va por México”, Jesús Zambrano, pero ahí son más los negativos que trae consigo, que la expectación que puede generar.
Estuvo asimismo hace unos días Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional de Morena y líder moral de los “puros”.
Ya hicieron también acto de aparición panistas como Santiago Creel o Damián Zepeda.
El zacatecano Ricardo Monreal Ávila, coordinador de los senadores morenistas, estuvo este lunes en Puebla, con el pretexto de presentar su nuevo libro Nulidades y procedimientos sancionadores en materia electoral.
Aunque las motivaciones fueron otras y de grupo.
Porque tampoco al ex gobernador de Zacatecas se le puede dar la estatura de representante integral de la Cuarta Transformación (4T).
Los partidos pequeños han tenido también visitas de sus dirigencias nacionales.
Redes Sociales Progresistas (RSP), Encuentro Solidario (PES) y Fuerza por México.
Hacen actos casi masivos, en plena pandemia.
Lanzan proclamas y ensalzan a sus candidatos.
Les otorgan cualidades que ni los mismos poblanos alcanzamos a verles.
Pero en la mayoría de los casos, lo hacen sin conocimiento profundo del tema, de la persona ni de la plaza.
Finalmente vienen a llenar a sus correligionarios de halagos simplistas.
“Es la mejor opción”.
“Merece seguir gobernando”.
Y un largo etcétera.
Sin duda entusiasman a sus militantes.
Se emocionan.
Cómo groupies se sacan fotos.
Hasta les piden autógrafos.
¿Pero y al ciudadano común?
A ese que define elecciones, ¿realmente le importan los discursos fáciles de los y las Luján, Monreal, Alito y Marko?
No creo.
No hay referencias numéricas de que, en alguna campaña reciente en Puebla, haya cambiado dramáticamente la intención del voto con la presencia de alguno de estos “figurones”.
La militancia que se emociona con los personajes que salen en la tele nacional ya es voto seguro.
Los aplausos y los platones de Talavera con camotes que les prodigan a esas visitas no mueven el tablero.
Tampoco la presencia de estos líderes de “talla nacional” soluciona nada en la realidad de los poblanos.
Es la misma actitud de servilismo.
Culto a la personalidad.
Fuegos de artificio.
Y se da en todos los partidos.