EDUARDO RIVERA PÉREZ, EL NUEVO JEFE DEL PAN

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Con un margen sólido y suficiente, incluso para soportar el embate de la judicialización, que se planteó desde antes de la jornada electiva, Augusta Díaz de Rivera ganó este domingo la presidencia del Comité Directivo Estatal (CDE) del Partido Acción Nacional en Puebla y le allana así el camino, con alfombra de terciopelo, en su ruta hacia 2024, al alcalde Eduardo Rivera Pérez, el nuevo jefe del PAN.

En la importantísima capital incluso hubo una masacre: Tití, como dicen con cariño a Augusta, logró mil 749 votos; Genoveva Huerta Villegas, la presidenta del CDE con licencia, apenas 805 sufragios.

A nivel estatal, la diferencia a favor de Augusta supera los 1.5 mil votos, que la dejan con alrededor de 9 puntos de distancia sobre doña Genoveva Huerta.

Con las cifras aún sin oficializarse, al cierre de esta edición se vivió la victoria en el animado festejo del grupo de Eduardo Rivera.

Con Marcos Castro como virtual secretario general y Augusta, como virtual presidenta, apoyados por eficientes operadores como Jesús Zaldívar, Mario Riestra, Pablo Montiel, Bernardo Arrubarrena, Ana Tere Aranda y un largo etcétera que hizo lo que tenía que hacer para ganar la guerra.

La batalla, además, dejó confirmaciones, pues -como era lógico- muchos de los apoyadores de la diputada federal plurinominal indígena Genoveva Huerta -una mujer soberbia y lenguaraz hasta el último segundo de sus 15 minutos de fama- fueron incapaces de ganar siquiera en sus municipios o cotos de poder.

En Atlixco, el inútil y corrupto ex presidente municipal Guillermo Velázquez fue vencido totalmente y fracasó en su afán de mantener a Huerta en la dirigencia: 219 votos fueron para Augusta y apenas 146 para Geno.

En San Pedro Cholula pasó lo mismo y la recién elegida alcaldesa Paola Angón -todo un caso- sufrió un doloroso revés en su apoyo a Genoveva Huerta, quien perdió 225 contra 117.

Salvo Cuautlancingo, en donde Genoveva Huerta ganó 166 a 47 votos, con 3 nulos, prácticamente en la zona metropolitana la diputada federal (plurinominal e indígena, hay que reiterar) fue barrida.

Fue una masacre, cuya responsabilidad recae en gran parte en un fulano llamado Eduardo Alcántara, profesional del trapecismo político, empleado de Fernando Manzanilla y maestro en el arte de hundir periódicos a golpe de mentiras, caprichos y frivolidades.

La derrota de Genoveva Huerta, a quien -no se olvide- impuso la finada Martha Érika Alonso Hidalgo en la presidencia del CDE, es incontrovertible.

Incluso, la judicialización que estaba preparada en ambas trincheras, desde la semana pasada, se prevé que no tendrá efectos, ante esta diferencia sólida.

Posiblemente acabe por no presentarse.

Hubo irregularidades mínimas.

En Huejotzingo no llegó la papelería, es la versión oficial.

Pero la diferencia es mayor que el padrón de ese municipio, por lo que este tema no incidirá.

Han ganado Eduardo Rivera y su grupo, y a la buena.

Y en un escenario complicado, que fue cuesta arriba desde que el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) fijó las reglas, eligió al árbitro y jugó de local.

Desde que se reservó en Puebla la dirigencia para una mujer.

Eso obligó a los riveristas a ir a contracorriente todo el tiempo.

La ex regidora Augusta Díaz de Rivera fue una gran contendiente.

Echada para adelante.

Un gran derrotado y camino al exilio (o a la cárcel) es el morenovallista Jorge Aguilar Chedraui, tan corrupto como fracasado.

Había claras evidencias que, al estilo aprendido con los años que estuvo cerca del finado Rafael Moreno Valle, metió las manos y ensució el proceso.

Buscó hacer trampas invirtiendo en su cochinero parte de lo robado al erario.

Preparó un fraude que no cuajó y fue barrido.

Con olor a presidio por todo lo que hurtó a su paso por la Secretaría de Salud, presumía que haría “morder el polvo” a Eduardo Rivera y sólo hizo el ridículo.

Peor aún para lo que quedaba del morenovallismo:

Con el resultado de este domingo, el actual alcalde capitalino no sólo se adueña del PAN, sino que además va (casi) sin competencia a la candidatura a la gubernatura en 2024.

Ni siquiera deberá negociar con ningún otro grupo las candidaturas a diputados.

Locales y federales.

A senadores.

A las alcaldías.

Caminará sobre una alfombra de terciopelo.

Aunque -eso sí- en tres años pasan muchas cosas.

La carrera es de largo aliento.

Y lo improbable, como siempre en la política, es lo más posible.

gar_pro@hotmail.com

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