EL FIN DE LA MALDICIÓN POBLANA DE CÉSAR YÁÑEZ O EL AGUA BAJO EL PUENTE DESDE LA #BODAREAL

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Casi cuatro años después de haber sido congelado, por el escándalo que generó su ostentosa boda en Puebla, César Yáñez Centeno, uno de los colaboradores más cercanos al Presidente de la República, durante las últimas dos décadas, fue integrado formalmente al gabinete. El caso deja claro que Andrés Manuel López Obrador, finalmente, perdona los agravios, los excesos, los pecados o los errores de sus incondicionales. Cualquier tipo de agravio, no importa su gravedad o vileza.

Un total de 48 meses le costó ese indulto presidencial al hoy subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación (Segob).

La historia viene desde septiembre de 2018, cuando los excesos de Yáñez y su hoy esposa, Dulce María Silva, le costaron esta especie de maldición.

No se imaginó Yáñez, el hombre fuerte de la comunicación del tabasqueño en todas sus campañas presidenciales y en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2006), que la #BodaReal, como se le conoció, lo mandaría el cuarto de los trebejos y lejos de su amigo y líder.

La célebre -y carísima- portada de la revista ¡Hola!, en la que el nuevo y feliz matrimonio presumió su ostentosa unión, fue como un golpe directo en el rostro de AMLO, que desde entonces quedó exhibido como un simulador.

Quienes los conocen de cerca aseguran que fue tal el enojo de López Obrador por esta boda, que costó más de 10 millones de pesos, que hasta le dejó de hablar.

Efectivamente, aunque la oficina de César siguió en Palacio Nacional, como coordinador general de Política y Gobierno, hubo hielo.

Icebergs se levantaron entre ellos.

Del paraíso al infierno, pasando por cierto por los drenajes que aquel famoso hotel de San Francisco hizo pasar como “históricos túneles”.

Antes de esa boda, que contravino y echó por tierra el discurso de austeridad de la Cuarta Transformación (4T), que en ese septiembre de 2018 se preparaba a tomar el poder, a Yáñez se le presagiaban grandes cosas.

Él había dicho que ya no quería estar más al frente de la comunicación de López Obrador.

Fue él quien sugirió a Jesús Ramírez Cuevas, quien es hoy el responsable -es un decir- de esa área.

Todo cambió tras la boda.

Y todo este tiempo ha tardado el castigo.

En aquella época, el gran ausente a la #BodaReal de Dulce Silva y César Yáñez en Puebla fue, sin duda, Luis Miguel Barbosa Huerta, eternamente agraviado por la alegre pareja en diversas coyunturas.

Llegaron el entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador y su esposa Beatriz Gutiérrez.

El gobernador Tony Gali y su esposa Dinorah López.

Todos firmaron como testigos.

Eso también, cuentan algunos, “molestó a Andrés”.

Los senadores Ricardo Monreal, Alejandro Armenta y Nancy de la Sierra estuvieron en el Centro de Convenciones de la capital poblana, tras la ceremonia religiosa que paralizó el Centro Histórico, en la Capilla del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo.

Una joya del barroco (la capilla).

El ex gobernador Manuel Bartlett; los gobernadores electos Adán Augusto López Hernández (Tabasco) y Cuitláhuac García (Veracruz), asistieron también.

Lo hicieron asimismo el entonces rector de la BUAP, Alfonso Esparza Ortiz, y un largo etcétera en el que cupieron desde el ex diputado local José Juan Espinosa, hasta la entonces alcaldesa electa de Puebla, Claudia Rivera.

Desde aquel 29 de septiembre de 2018, muchas cosas han ocurrido y las posiciones de esos invitados especiales, también se han movido, como le ocurrió este miércoles a Yáñez.

Miguel Barbosa es el gobernador de Puebla y vive una etapa de indiscutible control gubernamental y político.

También tiene el poblano una estupenda relación con López Obrador y con la 4T nacional.

Gali ha desaparecido de la escena pública.

Alejandro Armenta sigue en el equipo de Ricardo Monreal, quien está fuera del juego de las corcholatas presidenciales.

Nancy de la Sierra se separó el Partido del Trabajo (PT) y ahora es del Grupo Plural del Senado.

Su ex esposo, Juan José Espinosa, está prácticamente prófugo y la alcaldesa Claudia Rivera es una promesa de la política que nunca cuajó, un error más de la 4T.

El entonces gobernador elector de Tabasco, Adán Augusto ahora es precandidato a la Presidencia y secretario de Gobernación.

Desde aquella noche en que el show principal fue el grupo Matute, favorito de la novia, por cierto hoy diputada federal, ha corrido mucha agua bajo el puente.

Cosas impensables.

Lo que queda claro es que, por más ofendido que se sienta y se vea, López Obrador sí perdona.

Lo hace con sus familiares.

Lo hace con sus incondicionales.

Lo hace con sus corruptos.

¿Lo hará también con sus adversarios?

gar_pro@hotmail.com

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