No se bajó, lo bajaron (el veto a Marín)

marin

Estará pecando de ingenuo -por decir lo menos- quien crea la versión, versión rosa, de que Mario Marín decidió por sus pistolas ya no buscar la candidatura al Senado.

Si el mejor conocido como “precioso” ya no va, como ha confirmado el delegado priísta Ranulfo Márquez, no es por “madurez”.

Tampoco por “generosidad”.

Y mucho menos “para darle paso a las nuevas generaciones”, como dicen algunos.

La verdad es que el ex gobernador no se bajó: lo bajaron.

Y por instrucciones directas del presidente del CEN del PRI, Humberto Moreira, y de su virtual candidato presidencial, Enrique Peña Nieto.

La decisión de ir o no ir, de ser o no ser (Shakespeare dixit), nunca estuvo en manos de Marín.

En su infinita soberbia, en su recurrente ceguera, nunca entendió que hay que saber retirarse a tiempo.

Y más cuando se arrastra la etiqueta de impresentable.

Todavía hace algunas semanas, durante una comida con algunos priístas que fueron diputados locales durante su sexenio, Marín había dicho en voz alta -y clarito- que si bien no lo obsesionaba, sí buscaría llegar al Senado.

Ya fuera por la vía plurinominal, la más cómoda, o por mayoría relativa.

Pero de que llegaría, llegaría, amenazó.

Incluso, entre broma y en serio, varias veces minimizó a sus rivales, sobre todo a quien en otra época fuese su hijo, su espejo, su todo: Javier López Zavala, a quien empero ahora ve más chiquito que él mismo.

Pero Marín no supo entender ni mucho menos leer ninguna de las señales que de distintas formas le enviaron desde el CEN para decirle que nadie en el PRI estaba pensando en él como candidato.

Tuvo que ser durante una reunión con el propio Moreira, hace unos días, que se enteró de lo que en Puebla ya todos sabían (y si no, al menos lo intuían):

Peña Nieto no lo quiere en su campaña.

Y tampoco, por ende, en las boletas electorales.

“Mario, ayuda al partido de otra forma”, le dijeron.

(Tampoco será candidato a diputado federal; tal vez le tomen en cuenta algunas de sus propuestas de candidatos por algunos distritos, pero no más).

Marín no es un político débil ni en la orfandad; de hecho, aunque disminuido, su poder no es para despreciarse: todavía maneja diputados locales y federales, presidentes municipales, medios de comunicación, y tiene carretadas y carretadas de dinero.

Pero nadie quiere cargar con su desprestigio.

El mismo desprestigio que explicó en gran parte la hecatombe priísta de 2010.

Es una loza demasiado pesada para irla cargando así como así sobre las espaldas.

El pasado 13 de julio le comentaba aquí que “sólo tuvo que pasar una semana desde que estalló el escándalo del narcoganadero Ismael Coronel Sicairos para que en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI llegaran a la conclusión de que la larga y -sin duda- fructífera carrera política de Mario Marín ya llegó a su fin.

“Ahora sí.

“Forzosa e inevitablemente.

“Y es que tras saberse que su gobierno financió con recursos públicos a quien resultó operador del capo Héctor Beltrán Leyva (a) “El H”, se determinó que si ya de por sí era impresentable, ahora Marín lo es doblemente.

“¿Cómo mandar de candidato, así sea por la vía plurinominal, a quien aparece en fotografías con malas, muy malas compañías?

“¿Quién va a ser el valiente que querrá compartir presídium con quien además de su preciosa fama nacional e internacional por el caso Lydia Cacho, ahora arrastra la sospecha de que sin querer queriendo, o queriendo, abrió la puerta de Puebla a los amigos de Coronel Sicairos?

“¿Acaso Enrique Peña Nieto?

“¿Qué les puede aportar un hombre tan desprestigiado?

“Tras el reportaje de “Reforma” que desnudó los tratos de Marín con “El Judío”, hubo una breve pero sustanciosa reunión de evaluación, a puerta cerrada en el CEN del PRI, para analizar el caso.

“Y fue ahí, y ante un par de influyentes priístas poblanos, que el dirigente nacional del tricolor, Humberto Moreira, preguntó en voz alta:

““¿Y este señor todavía quiere senador?”.

“Por tanto, en los días subsecuentes ni una palabra salió del CEN en defensa de uno de sus ex gobernadores.

“Y es que por esa y otras razones, Marín es “indefendible”.

“Así que si tenía alguna oportunidad para llegar al Palacio de Xicoténcatl, ésta ya se fue y seguramente para no volver jamás.

“Que nadie se equivoque.

“La opinión que tienen de Marín en la cúpula del poder priísta no es mala: es pésima, y no lo quieren ver ni en pintura.

“Y menos, mucho menos en una campaña que se anticipa complicadísima.

“Y en la que la oposición y los medios los destrozarían por culpa de quien alentó en Puebla la industria de las milanesas de búfalo.

“Como diría el clásico: “haiga sido como haiga sido”.

“Por cierto: cuentan que los más felices con la noticia de la caída de los bonos de Marín son Javier López Zavala, Fernando Morales, Enrique Doger, Blanca Alcalá, Alejandro Armenta, Juan Carlos Lastiri y hasta Óscar Aguilar.

“En ese orden.

“Y es que un rival menos, siempre será un rival menos“.

Hasta ahí la cita.

Pero el único que no quiso enterarse del veto, el veto a Marín, fue el propio Marín.

Y como siempre desde que el poder y el dinero lo enloquecieron, en el pecado lleva la penitencia.

(¡Oh, ¿y el fuero?).

(¡Oh, ¿y ahora quién podrá defenderme?)

gar_pro@hotmail.com

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