Andrés Manuel López Obrador se convertirá en presidente electo el próximo miércoles, cuando el TEPJF le entregue la constancia de mayoría. Cada día avanza más en la “reconciliación nacional”, muestra de ello fue su reunión con José Antonio Meade, y en la construcción de la “cuarta transformación”. Sin embargo, el caso Puebla y las imprudencias de Luis Miguel Barbosa se han convertido en el único lastre de esa ruta. El sábado, en reunión con sus seguidores, el candidato derrotado atoró al tabasqueño en un innecesario brete, al adelantar que la anulación del proceso “depende de la voluntad política” de AMLO y no necesariamente de los méritos de su impugnación. Será un deseo presidencial –o un manotazo presidencial- y no la ley, según sus palabras, lo que le dará la “razón”.