A muchos llama la atención que Miguel Barbosa celebre una pasarela de encuentros con actores políticos y autoridades electas, con quienes deberá trabajar los próximos tres años de su mandato. Les resulta novedoso porque, efectivamente, este tejido fino, que bien conoce el gobernador, es inédito para Puebla, donde hemos vivido largo tiempo en medio de la polarización política, los conflictos postelectorales y la cruenta lucha por el poder.
Cuando desde el amparo del anonimato, un crimen pretende pasar impune, para encontrar la mano perpetradora sólo hay que voltear a ver, o bien al beneficiario, o bien al revanchista. La receta no falla.
Leoncio Paisano Arias, ex presidente municipal panista de San Andrés Cholula (2014-2018), se fugó virtualmente del Centro de Reinserción Social de Puebla (Cereso), conocido más como el penal de San Miguel. Fue por unos días, hace algunas semanas, y lo consiguió presuntamente al corromper a miembros de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que heredaron el sistema de descomposición de la llamada mafia chiapaneca, que encabezó su defenestrado titular, Raciel López Salazar.
Periodista desde 1990, Reportero, Coordinador Editorial, Director y Columnista
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