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El Ave Fénix

Miércoles, Agosto 6th, 2014

Cuando ingresé a la BUAP mi credencial de estudiante tenía una leyenda. “Orgullosamente universitario”. Y así lo asumí. Cursé la Licenciatura en Comunicación en tiempos de Enrique Doger y de entonces a la fecha he ido observando cómo la máxima casa de estudios ha ido creciendo a pasos agigantados más allá de nombres, de rectores y de cuestiones políticas.

Hoy el quehacer universitario está bajo la batuta de Alfonso Esparza Ortíz. Frecuentemente recorro el Complejo Cultural Universitario así como las calles del Centro Histórico donde hay algunas facultades de la universidad y veo con asombro la evolución que ha tenido la BUAP en los últimos 15 años. Sin embargo, quedé estupefacta hace unas semanas que, después de 10 años, pisé Ciudad Universitaria. Las facultades que solía visitar siguen ahí pero ahora tienen color, hay jardínes, ciclovías, edificios más modernos, un transporte que te lleva de la 24 sur al Bulevar Valsequillo y hasta plumas en los estacionamientos.

Esta semana se presentó la nueva imagen corporativa de la BUAP. Contrario a lo que pasó en la UPAEP cuando les quitaron el águila y hasta hubo manifestaciones, aquí se ha cuidado preservar (aunque no iguales) los símbolos que dan sentido al alma universitaria: el ave Fénix y la Diosa de la Sabiduría (Minerva o Atenea).

Ahora bien… ¿cómo han evolucionado el escudo de la BUAP? Aquí un recuento:

De acuerdo con Wikipedia, este emblema data de 1937 e inició como un escudo clásico francés. “En la parte inferior hay una nube, de ella brotan lenguas de fuego y entre el fuego surge el Ave Fénix, hiriéndose el pecho, destruyéndose. En la parte media superior está la cabeza de Atenea, diosa griega de la sabiduría, portando yelmo con la visera levantada y el morrión adornado con crines de caballo”. Y es que nada mejor que esta especie alada para recordar las veces que la comunidad universitaria ha tenido que reinventarse ante los embates de la historia.

Día sin pasaje

Martes, Enero 18th, 2011

Sólo 5 mil 759 personas confirmaron a través de Facebook que asistirían este lunes al Día sin pasaje al que convocaron los estudiantes de la BUAP. Otros mil 280 amigos del grupo formado en la red social respondieron con un “Tal vez” a la invitación lanzada el pasado fin de semana. Sin embargo, 36 mil 443 personas convocadas simplemente no respondieron a la invitación.

Tengo que mencionar que al observar el muro del evento Día sin pasaje, la página me mostró el nombre de algunos de mis amigos que supuestamente se sumarían al complot. Las estadísticas se tuercen si tomamos en cuenta que estos amigos no usan el transporte público, es decir, tienen auto. Tal vez se quisieron solidarizar con la molestia generalizada por el abuso de los señores del volante y darle un “aventón” a sus vecinos, pero si ellos tomaban o no la combi o el microbús ayer, realmente no se resentiría en el grueso del flujo de pasajeros.

La tarde del lunes, tanto en Twitter como en Facebook los propios participantes se lamentaron con frases como “No funcionó, para la siguiente”, “apenas me enteré”  o “hubiera apoyado pero ni modo de venir caminando desde San Martín Texmelucan”. También hubo reclamos de la parte opositora que enviaba a los jóvenes a “ponerse estudiar”.

Hay que destacar que entre los cibernautas si hubo quienes confesaron que desempolvaron la bici y tuvieron problemas para estacionarla en Ciudad Universitaria. Otros más reconocieron que llegaron tarde a sus obligaciones por elegir la caminata con tal de “no darle un peso a los desgraciados cafres”.

Minutos después de la tres de la tarde, El_Sexy aseguró vía Twitter que la ruta 55, la Bicentenario color Verde y la 29 naranja que pasan frente a la Facultad de Ciencias de la Comunicación iban por muy por debajo del pasaje normal. También Radikal_libre escribió “El sector que se enteró del #DíaSinPasaje no se ha subido al camión: estudiantes. Los que pasan por CU van vacíos.”

Leo, a su vez, contó que él no utilizó el camión pero que vio el cupo de los camiones normal en el área del Boulevard 5 de Mayo desde Plaza Dorada hasta el Centro. También el usuario Xavire23 escribió: “Estoy en el circuito Juan Pablo II y las rutas pasan llenas, eso del #diasinpasaje creo que no funciónó”.

Censo 2010

Martes, Junio 1st, 2010

Era el año 2000, el año que para muchos representó la pérdida de la ingenuidad cuando descubrimos que en realidad el mundo no tenía la intención de acabarse, que el Apocalipsis no llegaría montado en cuatro jinetes y que por el contrario, la humanidad del tercer mundo tenía una sed insaciable de ver y vivir lo que ocurría en el siempre avanzando primer mundo, aún cuando las consecuencias de éste sean desastrosas e incluso catastróficas.

Tenía casi 19 años cuando leí en alguno de los pizarrones de Ciudad Universitaria la convocatoria del INEGI para formar parte del ejército de encuestadores que se harían cargo de no sólo preguntar cuántos eramos (en ese entonces) sino de meterse literalmente hasta la cocina de las casas.

La mayoría (yo incluida) vimos en el Censo 2000 una manera de ganarnos unos cuantos pesos sin comprometernos en un trabajo que nos distrajera de nuestros estudios universitarios. La paga sonaba muy buena y uno empezaba a cobrar desde el primer día de la capacitación, sin embargo, algunos otros (incluida yo) realmente queríamos estar en la jugada de un evento de importancia nacional e histórica.

Aunque ya pasaron 10 años aún recuerdo con nostalgia y satisfacción la experiencia de haber tocado de puerta en puerta en las manzanas de la colonia Universidades que me asignaron. Desde entonces los contrastes socio económicos en plena zona urbana ya me producían dolor de estómago.

La prolongación de la 14 sur era apenas una larga calle en vías de ser pavimentada. La tarea en algunas manzanas era relativamente fácil dado que abundaban los predios enormes que cruzaban la calle. En otras casas la cosa se ponía complicada cuando se trataba de una pequeña casa en la que habitaban más de dos familias, y es que la indicación era llenar un cuestionario por familia aún cuando convivieran con más en esa misma dirección.

Recuerdo que la pobreza de algunas casas dificultaba que preguntara cómodamente de cuánto era el salario con el que se mantenía el hogar, así como la existencia de aparatos en ese entonces “de ricos” como computadora, horno de microondas, autos, entre otros bienes y servicios a los que un obrero o empleado con un salario mínimo y cuatro hijos o más, podía aspirar.

Justo a un lado de una vivienda improvisada con láminas se alzaban casas en terrenos de 400 metros o más, la mayoría estaban recién construidas y albergaban la mitad o hasta una tercera parte de los inquilinos que solían tener las precarias viviendas vecinas.

La experiencia es inolvidable. Sirvió para que quienes teníamos una fotografía del mundo color de rosa en donde las familias habitan en casas de cuentos de hadas descubriéramos que existen otras formas de vida, que en una casa no siempre vive una sola familia, que no en todas hay papá, mamá e hijos; que no todos viven el rito de los padres al trabajo y los niños a la escuela.

Esa ha sido la única vez que he caminado gustosa en mi vida con una gorra y un morral nada femeninos. Así que desde aquí la mejor de la suerte para los poco más de 7 mil quinientos entrevistadores que recorren desde este lunes y hasta el 25 de junio las viviendas poblanas.