Archive for July, 2013

La Vida según Rafael Moreno Valle

Thursday, July 11th, 2013

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¿Alguna duda de que Rafael Moreno Valle cierra una semana memorable en su vida política?

Y es que tras ganar las elecciones intermedias –Congreso y alcaldía capitalina incluidos- y erigirse en uno de los gobernadores de Puebla más poderosos de todos los tiempos, prácticamente sin ningún contrapeso a la vista, por estos días la vida –con su pequeña pero mágica dosis de suerte- le dio otros dos importantes obsequios.

Primero, la Suprema Corte de Justicia de la Nación avaló la reforma electoral aprobada el año pasado por el Legislativo local (por cierto con los votos de los diputados del PRI) para modificar el calendario electoral, proceso legislativo que respondió a la pugna que en ese momento había entre El Yunque y el grupo morenovallista para controlar el Partido Acción Nacional y que a la postre derivaría en el desplazamiento de Juan Carlos Mondragón de la dirigencia estatal panista.

Y segundo, y no menos importante, el secretario de Educación Pública federal, Emilio Chuayffet Chemor, destituyó sorpresivamente al etnólogo Sergio Raúl Arroyo de su cargo de director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), nombrando en su lugar a María Teresa Franco, quien estuvo en esa misma posición de 1992 a 2000.

Sergio Raúl Arroyo mantenía una agria disputa legal y política con el gobernador de Puebla –que incluso ya llegaba al terreno de lo personal- por las obras del teleférico, que el ahora ex director del INAH había incluso mandado a clausurar recientemente pese a que el Poder Judicial Federal había otorgado un amparo mediante el cual autorizaba la continuación del polémico proyecto, el cual incluyó –no hay que olvidar- la demolición sin permiso de La Casa del Torno, un edificio colonial del Centro Histórico.

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Versiones que han circulado en medios del Distrito Federal señalan que la salida de Arroyo se debió a “diferencias institucionales” con Chuayffet y también con su superior inmediato, el titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, el mismo que hace apenas unos días, el 26 de junio, en medio de los dimes y diretes por el teleférico, firmó un convenio con Moreno Valle para que los gobiernos federal y estatal lleven a cabo diversas acciones conjuntas y varios proyectos multianuales en la materia.

Dicho convenio, que dejó en claro la buena, excelente relación existente entre Moreno Valle y Tovar y de Teresa, incluye la creación del Museo de la Música en La Constancia, la instalación de un Museo sobre la Evolución del Hombre y la participación del Conaculta en La Ciudad de las Ideas de 2014, entre otros puntos.

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Es decir, mientras Sergio Raúl Arroyo se encaraba con el gobernador poblano, envuelto como Niño Héroe en la bandera de la defensa del patrimonio arqueológico de Puebla, su jefe se tomaba la foto y, quitado de la pena, cerraba un importante acuerdo de apoyo y colaboración con Moreno Valle.

Pero lo mejor para el Ejecutivo poblano no es la destitución del funcionario incómodo, sino el nombramiento de María Teresa Franco al frente del INAH.

Y es que además de su amiga, la ex presidenta del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO no es precisamente una gran defensora de dicho patrimonio.

De hecho, a su paso por el instituto como directora, durante ocho años, se caracterizó por autorizar proyectos controvertidos, como la Cumbre Tajín en Veracruz, la construcción de Plaza Jaguares en Teotihuacán o la ampliación de un hotel -y los primeros conciertos de Luciano Pavarotti- en Chichén Itzá.

De ahí que los conocedores apuestan doble contra sencillo a que las obras del teleférico de Puebla seguirán adelante, sin mayores contratiempos, con todo y la demanda de amparo presentada hace unos días por el Comité Defensor del Patrimonio Histórico, Cultural y Ambiental y la Fundación Manuel Toussaint.

Así que la semana de Moreno Valle no podía ser mejor, pero todavía más porque sólo representó el preludio de otros dos acontecimientos de gran relevancia:

Por un lado, la realización del 14 al 21 de julio del Campeonato Mundial de Taekwondo, que inevitablemente le dará exposición mediática nacional e internacional.

Y por el otro, la presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores, la Conago, que asumirá el próximo 22 de agosto, en relevo de su homólogo de Sinaloa, Mario López Valdez (“Malova”), y desde la cual se erigirá sin duda como un aliado del presidente Enrique Peña Nieto, en medio justamente del debate energético y hacendario y el inicio de las discusiones por el presupuesto federal para el 2014.

La vida, pues, le sonríe a Moreno Valle.

¿Alguna duda?

gar_pro@hotmail.com

El PRI (Paisajes entre la Niebla)

Wednesday, July 10th, 2013

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Supongamos sin conceder que sí hubo, como afirman en el PRI, una elección de Estado.

Que la intervención del gobernador no fue como dicen, sino peor.

Y que, desde su Olimpo de Los Fuertes, Rafael Moreno Valle metió las dos manos y la mitad del cuerpo y el presupuesto y el aparato y….

Supongamos.

Pero entonces:

¿Son tan ineficientes la secretaria general, Ivonne Ortega, y el delegado del CEN, Fernando Moreno Peña, que no sólo no fueron capaces de frenar la susodicha elección de Estado, sino de documentarla?

¿Qué hicieron todo el domingo 7 de julio los mapaches del jefe del Cartel de Colima?

¿Se durmieron?

¿Dónde se fueron?

¿En qué se gastaron tooodo el dinero que les dieron?

Porque a la fecha, ni Ortega ni Moreno Peña han presentado una sola prueba –una sola- de la dizque elección de Estado.

Ni una fotografía ni un audio ni un video que permita entender o justificar sus berridos y proceder, entonces, a una impugnación en toda regla de tan “cochinos” comicios.

Queda claro que la secretaria general y el delegado sólo vinieron a hacer negocios y que fueron a la guerra pero sin entender nunca qué clase de guerra y menos cómo se las gasta Moreno Valle, que, de cuna priísta, terminó por superar al PRI en eso de operar elecciones: cálculo, estrategia, prospectiva, diseño e ingeniería.

Y claro: tiros de precisión, alianzas y mucho, mucho dinero.

¿O de qué otra forma se gana?

Ortega y Moreno Peña nunca estuvieron a la altura y creyeron que los poblanos les creerían sus fantochadas, sobre todo el segundo, un verdadero farsante que, a su edad, ya debería jubilarse y dejar de hacer el ridículo.

Patético y apócrifo flautista de Hamelín que, con su desafinada tonada, ya no conmueve ni a las ratas.

***

Y tras la debacle: la rapiña, el pandemónium, el canibalismo: priístas comiéndose unos a otros en busca de culpables y acabando con lo poco que ha quedado del partido luego que les pasó encima la aplanadora morenovallista.

Se entiende porque no todos los días se pierde tanto: tantos votos, tantas alcaldías y tantas diputaciones.

Moreno Peña se va a ir pronto y del caos no se encargará él sino los priístas poblanos: esos, los mismos que se dejaron mangonear por la legión extranjera y que, sumisos, no tuvieron el talante para poner un freno a las ocurrencias del delegado.

Los priístas poblanos fueron ninguneados e incluso humillados por quien deja un partido destruido política, electoral y financieramente pero lo más grave: desmoralizado hasta lo más profundo de sus entrañas, sin ninguna opción de competir al tú por tú en el mediano plazo con el grupo hegemónico en Puebla, ni siquiera desde el Congreso, donde la futura mínima bancada será arrinconada e ignorada, pues la mayoría absoluta alcanzada por el morenovallismo basta y sobra para imponer su voluntad.

Un PRI devaluado, dividido y adolorido, es la gran herencia de Moreno Peña. Pero la culpa no es de este personaje perfectamente olvidable, o al menos no toda la culpa.

Los priístas poblanos son arquitectos de su propia desgracia y hoy van a tener que pagar las consecuencias de su falta de valor para poner un alto a quien autoritariamente, creyéndose El Rey del Mundo, vino a imponer su verdad única y a privilegar sus intereses.

Acaso sólo Enrique Doger y Javier López Zavala, con todos sus defectos, fueron los únicos que lo advirtieron públicamente, que anticiparon lo que sucedería y que intentaron encabezar la resistencia.

Lamentablemente no tuvieron seguidores y la mayoría de los militantes y líderes se escondieron debajo de la cama, de donde sólo salieron la tarde-noche del 7 de julio cuando ya el PRI lo había perdido todo: o casi todo.

***

Y ahora hay tal nivel de descomposición, que ya nadie cuida las formas. Véase el caso, por ejemplo, del diputado del PRI Ramón Felipe López Campos, quien a las 21:21 horas del 7 de julio escribió un tuit demoledor.

“Gracias a Pablito ahí esta el resultado que putiza, buenas noches con el respeto que se merecen” (sic).

No se trata de cualquier priísta: es un diputado y, además, un ex presidente municipal de Izúcar de Matamoros.

Por supuesto que minutos después de escribir lo que escribió, se arrepintió y borró su tuit.

Sin embargo, ya era demasiado tarde.

Una prueba –de esas que ni Moreno Peña ni Ivonne Ortega fueron capaces de conseguir sobre la elección de Estado- quedó a buen resguardo.

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Lo cierto es que ese, no otro, es el estado de ánimo hoy del priísmo poblano:

Nadie respeta a nadie y todos comiéndose unos a los otros, en una noche que seguramente será muy, muy larga: noche de cuchillos largos.

gar_pro@hotmail.com

Agüera: de la gloria al infierno (¿Por qué?)

Tuesday, July 9th, 2013

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Nunca se desvinculó de la marca PRI ni ciudadanizó su campaña ni la convirtió en un movimiento social más que en un acto de fe.

Nunca se deslindó de Mario Marín, su compadre precioso.

Nunca se colgó de los atributos por él mismo creados desde la BUAP como un rector trabajador, capaz y con visión.

Y todavía peor: nunca se atrevió, por miedo -un miedo absurdo e inexplicable-, a enfocar sus baterías contra Rafael Moreno Valle.

Y terminó perdiendo.

El caso de Enrique Agüera es digno de análisis.

Porque su tránsito del cielo al infierno, en un abrir y cerrar de ojos, es poco más que una tragedia política.

Y es que hoy, tras una campaña azarosa y sin rumbo, no sólo no se convirtió en alcalde de Puebla, el menor de los males.

Lo verdaderamente grave es que su prestigio personal y académico quedó hecho trizas y que de la noche a la mañana fue abandonado hasta por quienes hace unos días le juraban lealtad hasta el fin de los tiempos.

Agüera fue, sí, víctima de traiciones y malas asesorías y engaños de su equipo, pero también de su propia soberbia: ese no querer escuchar, ese insistir en creerse dueño de la verdad absoluta, ese sentirse intocable y todopoderoso, ese alejarse de sus amigos de los medios, ese minimizar la fuerza y sobre todo la capacidad electoral del gobernador y de su grupo.

Ese pensar que todo se compra sólo con dinero y que la BUAP, con todo y que sea el cuarto sector del PRI, basta y sobra para recolectar miles y miles de votos.

Los pleitos con el delegado Fernando Moreno Peña –cuyas palabras resultaron proféticas: “Si sigue así, haciendo lo que se le pega la gana, va a perder”-; la simulación de los “próceres” priístas (Zavala, Doger, Lastiri, Estefan, Alcalá, etcétera) –los menos interesados en su triunfo por las implicaciones con el 2018-, y la cooptación de su estructura universitaria, fueron otros factores que terminaron por hundirlo.

Hoy, tras el rojo amanecer del 7 de julio, algunos de los suyos se consuelan asegurando que no perdió. O sí, pero que perdió porque fue negociado entre Los Pinos y Casa Puebla.

¿Lo fue? Es poco probable. Sucede, más bien, que el contexto nacional nunca lo favoreció y esa, la coyuntura nacional, siempre termina pesando más en una elección intermedia como la de este año, donde no está en juego la Presidencia ni la gubernatura ni el Congreso de la Unión.

Tan estudiado, leído e instruido, pero Agüera nunca entendió la relevancia del Pacto por México y lo prioritario de las reformas estructurales -energética y fiscal principalmente- para Enrique Peña Nieto, quien literalmente sacó las manos de los comicios para no agraviar a los gobernadores del PAN y PRD y contuvo a los del PRI a cambio de seguir manteniendo a panistas y perredistas en la mesa. La mesa donde se define el futuro de la nación, no sólo el de Puebla.

No es que el presidente haya operado en contra, es que no volcó el aparato federal en Puebla y dejó las manos libres a Moreno Valle para operar a sus anchas.

Ni la PGR ni la Fepade ni otros instrumentos de poder federal como las televisoras fueron usados para frenar a un gobernador de las características del poblano, el cual, además, en agosto será presidente de la Conago y, como tal, un interlocutor indispensable para los fines inmediatos que busca Los Pinos.

Muchos hoy todavía se preguntan, incluso en su círculo cercano: ¿por qué? Por qué Agüera aceptó la candidatura del PRI y arriesgó tanto, en una apuesta del todo o nada.

Qué necesidad, pudiendo salir por la puerta grande la BUAP y terminar su gloriosa época de 8 años como rector contando una historia de logros, éxitos y consolidación y tal vez como el mejor de la historia.

Qué necesidad de ir a una contienda como esta, a sabiendas de que no contaría con Peña Nieto ni con ese halo protector –político, financiero y mediático- de que gozan todos los rectores y donde sería sometido –como lo fue- a un bombardeo indiscriminado de señalamientos y acusaciones sobre sus más profundos secretos y debilidades.

Cierto que en la vida hay que correr riesgos, de otra forma no sería vida, o sí: una vida sin sentido, pero en el caso de Agüera poco se entendió la decisión de ponerse a jugar a la ruleta rusa.

¿Ambición? ¿Urgencia para mover su dinero –y qué mejor que en el hoyo negro que es una campaña-? ¿Aburrimiento –ese no tener en que ocupar el tiempo cuando se es millonario y se ha tenido todo y en exceso y ya no se sabe qué hacer con los días, y las tardes, y las noches-?

Antes de convertirse en candidato, Moreno Valle lo invitó a incorporarse a su gabinete. Tal vez como secretario de Desarrollo Rural tendría más oportunidades que ahora de alcanzar boleto para la sucesión del 2018. Tal vez…

¿Su futuro?

Aunque nadie está muerto en política, luce complicado y remite a los peores momentos de los peores perdedores priístas de todos los tiempos.

Por el momento, el sueño de apoderarse del PRI e instaurar un nuevo grupo hegemónico, una nueva clase política, que le hiciera contrapeso al morenovallismo y que se enfilaría a recuperar Casa Puebla, deberá esperar o ser cancelado en definitiva.

Porque ahora, paradójicamente, en lugar de debilitarlo o acotarlo –como se supone era la idea-, Agüera terminó haciendo más fuerte, y más resistente, y más poderoso, y más invencible, al gobernador, que navegará el resto de su sexenio por aguas tranquilas.

Y no todo acaba ahí, pues lo peor está por venir.

Y es que la lucha por desplazar a la corriente agüerista de la BUAP, apenas empieza y será cruenta.

Una lucha en la que el morenovallismo llevará mano y en la que sólo privará una tesis, importante tesis:

“Cuando ya lo tenga en el suelo, aplaste a su enemigo por completo. No lo deje vivir porque podría levantarse y entonces rematarlo a usted”.

Sí: peor, imposible.

gar_pro@hotmail.com