La reconstrucción del hospital del IMSS de San Alejandro en Puebla, el más grande de Latinoamérica, será una utopía sexenal, un anhelo solamente. No se dará, ya es definitivo, en el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ni será inaugurado en el periodo del gobernador Miguel Barbosa Huerta. El retraso, por ineficiencias y por los laberintos burocráticos, además de la falta de voluntad política y económica, lo llevarán, si bien nos va, a ser abierto posiblemente hasta 2026 o 2027.
A finales de julio llegará la cresta de la quinta ola de COVID en Puebla y el sistema hospitalario del estado se prepara para un cúmulo moderado de internamientos, que podrían superar la centena en su momento más crítico, y que dejará, lamentablemente, varias muertes. La disminución completa de este oleaje llevará aún varias semanas más, posiblemente hasta un mes. Aquellos grupos etarios más longevos, personas con comorbilidades y, especialmente, quienes por desidia, una convicción equivocada o desinformación, no se vacunaron, son quienes están en mayor riesgo.
No es una casualidad que, justo a unas semanas de la renovación de la dirigencia estatal de Morena, los porros que no tienen ninguna representatividad y ninguna verdadera causa ideológica hayan salido a reventar un acto de apoyo, en Puebla, de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
Periodista desde 1990, Reportero, Coordinador Editorial, Director y Columnista
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