Era cuestión de tiempo.
Bastó el primer año de la administración estatal para que el jefe de la jurisdicción sanitaria número 9 correspondiente a la región de Tepexi de Rodríguez, Oscar Guzmán Huerta, mostrara su peor cara y los trabajadores ahora exijan su renuncia.
Genio y figura, diría el viejo adagio.
Su conflicto de personalidad ya por todos conocidos en los Servicios de Salud del Estado de Puebla desde pasadas gobiernos afloró más pronto que temprano y detonó ya una nueva crisis en la dependencia que dirige Jorge Aguilar Chedraui, quien aspira a gobernar la ciudad de Puebla en el siguiente trienio.
El conflicto promete dar para mucho más y se suma a otros focos donde el estado de las cosas han tocado fondo, como sucedió en la jurisdicción sanitaria número 3 con sede en Zacapoaxtla, donde el jefe responsable, Juan Vázquez, tuvo que ser removido debido a acoso laboral; y también como en la jurisdicción 6 correspondiente a Puebla, en la cual se ha exigido la salida del titular Genaro Ramírez, incluso con paros y toma de instalaciones, por motivos semejantes a los que hoy se fincan en contra de Guzmán Huerta.
Por su arrogancia, falta de sensibilidad e incapacidad administrativa, puso en punto muerto la relación con los trabajadores de la región al apostar a la confrontación en lugar del diálogo, con los delegados del sindicato encabezados por la enfermera Silvia Meneses, quien no pierde ocasión para denunciar a todo pulmón que no la recibe ni le toma llamadas telefónicas cada que intenta sentarse a tratar los asuntos inherentes a la problemática en centros de salud, hospitales, casas de salud y demás unidades de atención.
El asunto ha llegado al escritorio del director general de los Servicios de Salud del Estado de Puebla, Jorge Aguilar Chedraui, acompañado de un cúmulo de quejas y denuncias por maltrato, transgresión de los derechos laborales de médicos, enfermeras y demás personal al que si no han removido de sus centros de trabajo, se le ha modificado de manera arbitraria sus horarios o les niegan vacaciones, días económicos, pases de salida y demás prestaciones contempladas por las Condiciones Generales de Trabajo.
No se diga lo que sucede en sus oficinas con el trato que da a quien osa pisar su oficina.
La delegada sindical ha recurrido a la dirigencia seccional representada en el estado de Puebla por Julio Alfredo García, sin que hasta la fecha éste haya logrado algo. Él mismo asegura, y prometió, obtener una respuesta expedita de parte del secretario de Salud para solucionar de tajo el conflicto. A grandes males, grandes remedios.
¿Qué asegura que le pidió? Pues nada más que la renuncia de Guzmán.
Según el líder sindical, la respuesta del directivo fue más o menos esta: “Mira, por el momento yo te pido que esperes. El señor gobernador, como bien sabes, tiene compromisos inmediatos que sacar adelante, entre otros el de los festejos del sesquicentenario (de la Batalla de Puebla), pero una vez resueltos lo vemos”.
Este diálogo, por la manera como lo expuso ante sus agremiados, ocurrió antes del 5 de mayo, con más exactitud en abril. Ha transcurrido más de un mes y Oscar Guzmán Huerta sigue despachando como si nada en las oficinas de la jurisdicción, sin siquiera despeinarse. Todo parece indicar que a Jorge Aguilar le tiembla la mano para imponer su autoridad.
Eso sí, Julio Alfredo García, en su debut como “gran negociador y conciliador”, le ha dicho al personal que el paro que tanto le ha sido solicitado no es opción, que no hay elementos para llevarlo a cabo. Esto encendió la ira de los trabajadores, quienes a regañadientes se han quedado esperando acciones más contundentes para quitarse de encima al molesto jefe jurisdiccional, con quien -dicen- resulta “imposible tratar”.
“Atole con el dedo, no es otra cosa que eso”, es la frase que empieza a recorrer las unidades de salud, pero García insiste en que hay que actuar por pasos, que no caben las precipitaciones; y remata con una ambigüedad del tamaño de su simulación diciendo: “Bueno, bueno, tanto me pueden decir en la administración que sí, como también me pueden decir que no. Nosotros estamos haciendo nuestra chamba poniendo en manos de los que tomarían la decisión un grueso expediente de quejas. Yo confío que obtendremos una respuesta… bla, bla, bla…”
Mientras tanto, en la jurisdicción, que abarca una demarcación territorial al sur-oriente de la entidad, donde convergen sensibles centros hospitalarios como Tehuacán, Tecamachalco, Acatzingo y Tepeaca, campean la insuficiencia o ausencia total de materiales de curación, como gasas, guantes de exploración, papelería básica; también cunden las fallas de equipo, no hay mantenimiento ni provisión para la protección de profesionales expuestos a un alto riesgo de contagio de enfermedades.
La crisis ha ido escalando hasta un punto de inflexión.
En los últimos dos meses se decidió interrumpir la entrega de los informes estadísticos mensuales de las unidades de salud por falta de la papelería mínima indispensable. Los trabajadores, enfermeras y demás personal, acordaron presentarse a laborar sin uniforme ya que no se les ha proporcionado vestimenta adecuada como lo manda el reglamento.
Guzmán Huerta, irónico, se ha regodeado ante la delegada sindical Silvia Meneses presumiéndole que de nada le ha valido su “protestita” porque el problema lo tiene resuelto con los médicos del servicio social.
El hoy jefe jurisdiccional salió de la Secretaría de Salud a mediados de la administración pasada con serias acusaciones sobre su desempeño siendo todavía secretario de Salud Roberto Morales Flores. Ni le avisaron, pues. Abandonó el edificio por la puerta trasera de la noche a la mañana y es famoso por su temperamento pendenciero, indisciplinado y desafiante con quienes en su momento fueron sus jefes inmediatos.
Por su largo historial, haber arribado al gobierno de Rafael Moreno Valle en esa posición resultó ser una gran interrogante que hizo levantar las cejas a muchos. Quienes saben, atribuyen el hecho a que los grupos “melquiadistas” en la institución están más vivos que nunca, ya que es protegido de la familia Morales Flores, la que al fin y al cabo catapultó al poder al actual gobernador Moreno Valle.
Pero también tiene un pasado precioso.
Guzmán Huerta organizó las marchas en favor de Mario Marín -el héroe de la película según Kamel Nacif-, al estallar el escándalo por la detención de la periodista Lydia Cacho y hoy mantiene en la jurisdicción sanitaria a colaboradores de estirpe puramente marinista como el médico Víctor Ávila, a su vez protegido del ex jefe jurisdiccional Gerónimo Lara.
Toca ahora a Jorge Aguilar Chedraui apagar estos incendios provocados por “directivos de cuarta”, a quienes los puestos les vuelven a quedar grandes.
Sin duda al joven secretario le conviene evitar que le sigan abollando la armadura si en serio quiere blindar sus fortalezas de cara a la puja por la candidatura que lo lleve a la presidencia municipal de Puebla.
En fin, ya se verá…
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