En los últimos días se ha observado un incremento importante en la actividad del volcán Popocatépetl, a través de imágenes y videos el mundo ha sido testigo del impresionante poder del coloso, cuyas cenizas han cubierto parte importante de las poblaciones cercanas y obligado a las autoridades a implementar medidas de seguridad.

Y es que el riesgo de una erupción es inminente, una situación que podría ocurrir tal como en otros lugares del planeta en donde la caída de lava, rocas y nubes piroclásticas son las protagonistas de este tipo de actividad geológica.

Precisamente ante este panorama ha surgido la duda sobre qué es realmente la lava.

La lava volcánica se compone principalmente de rocas fundidas, las cuales se llaman magma y salen desde el interior de la Tierra hasta la superficie a través de las aberturas del volcán.

Cuando el magma es empujado a la superficie de la Tierra, se convierte en lava y su temperatura es muy alta oscilando entre 700 ° C y 1200 ° C.

A diferencia del magma, que puede enfriarse rápidamente, la lava es más densa y, por lo tanto, necesita tiempo para enfriarse. Esta es una de las razones por las que acercarse al sitio de una erupción volcánica es muy peligroso, incluso después unos días.

El magma que forma la lava, este está compuesto principalmente de silicatos, es decir, combinaciones de silicio y oxígeno, además de elementos como el aluminio, hierro, calcio, magnesio, potasio y sodio.

La lava se clasifica de acuerdo a su viscosidad, y existen dos tipos principales: la lava basáltica y la lava ácida.

La lava basáltica es de baja viscosidad debido a que contiene una baja cantidad de sílice, lo cual permite que fluya de manera más fácil.

Mientras que la lava ácida tiene una viscosidad mayor al tener una alta cantidad de sílice, lo que a su vez dificulta su flujo y la hace más pegajosa.