Un agricultor peruano jubilado de 124 años, que vivió la mayor parte de su vida solo e indocumentado en una hacienda abandonada en unos bosques remotos de los Andes, será postulado al récord Guinness para como el hombre más longevo del mundo, informaron las autoridades de Perú.

Marcelino Abad vivió más de un siglo sin documento de identidad y recibió el primero en 2019 a los 119 años, dijo a The Associated Press Genoveva Janampa, jefa local de Pensión 65, un programa estatal que entrega 67 dólares cada dos meses a ancianos en extrema pobreza.

La oficina de Janampa ubicó al señor Abad en 2019 y gestionó su documento de identidad, un requisito obligatorio para que pueda recibir su pensión. “Ahora buscamos que se certifique que es el más longevo del mundo”, dijo la funcionaria. La iniciativa se realiza junto al gobierno regional de Huánuco, en cuya jurisdicción se encuentra Cormilla, la abandonada hacienda cafetalera donde vivió Abad.

El pasado viernes, Abad apagó las velas por su cumpleaños 124 en la casa de reposo “Mis abuelitos” regentada por la Diócesis de Huánuco. Varias fotografías mostraban a Abad sentado en una silla de ruedas junto a los funcionarios de Pensión 65.

El título del hombre más viejo del mundo está en manos de un británico de 111 años, luego de que un venezolano que tenía 114 años falleciera a inicios de abril. La mujer viva más longeva tiene 117 años, según el Guinness World Records.

El desafío es grande porque Abad no tiene partida de nacimiento, ni de bautismo, tampoco fue a la escuela, nunca sufragó, no tuvo un empleo formal, jamás se casó y no tuvo hijos. 

Para expedir su documento de identidad, Alfonso Cabello y Margarita Aguirre, los más viejos de Huacachi, el centro poblado más cercano y que está a más de una hora de distancia a pie de Cormilla testificaron que cuando eran niños, Abad ya era un joven, dijo Janampa.

La mayoría en Huacachi, una aldea rural de poco más de 100 vecinos, sabía de su existencia por décadas debido a que intercambiaban papa, arroz y sal con el solitario anciano que aparecía cada cierto tiempo para traerles frutas, verduras y hortalizas. “Era casi como un NN, un fantasma, un hombrecito pequeñito, solo, que vivía como un ermitaño”, junto a sus perros, pollos, gallinas, dijo Janampa recordando las primeras impresiones de los vecinos sobre Abad, quien mide 1.30 metros.

Janampa afirma que Abad, quien escucha con dificultad y ha perdido todos los dientes, le contó que se alimentó con abundantes frutas y verduras que sembraba en las tierras de la hacienda, incluidos los aguacates, plátanos, naranjas y lechugas. También cuando se le antojaba, sacrificaba a los pollos que criaba. Algo que nunca faltó en su dieta fue masticar hojas de coca, una costumbre ancestral de los Andes y, sobre todo, se mantuvo activo caminando y ejercitando sus brazos y piernas en las tierras que cultivaba.

Un video del programa Pensión 65 de 2019 lo describió como “el hombre que venció al tiempo” y dijo que el anciano guarda en su memoria “más de 100 años de historia”, pero también reconoció que fue invisible para el Estado pues nunca tuvo un documento de identidad.

Con información de Proceso