Posted inAntonio Peniche García

Abrazando a la incertidumbre

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Abrazando a la incertidumbre

“VIVIR CON FE SIGNIFICA VIVIR CON INCERTIDUMBRE,

SINTIENDO EL CAMINO A TRAVÉS DE LA VIDA,

DEJANDO QUE TU CORAZÓN TE GUIÉ

COMO UNA LINTERNA EN LA OSCURIDAD”.

DAN MILLMANN

El futuro se puede convertir en un terrible acosador. Un insoportable opresor. Ya sea próximo o lejano, lo único que encontraremos como certeza absoluta, es nuestra muerte.

“Sabemos que nos vamos a morir, simplemente por el hecho de que estamos vivos. El desenlace de todas las vidas es el mismo”, es una frase del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, en su novela “El olvido que seremos”.

Compañera constante e irrefutable en nuestra existencia, la incertidumbre nos acompaña como nuestra sombra. Nos enfrentamos a situaciones inciertas que desafían nuestra capacidad de predecir y controlar el futuro, desde el nacimiento hasta la muerte.

Así como al día le sigue la noche; el invierno al otoño, la incertidumbre formará parte de nuestras vidas, perpetuamente. Asimilar que la falta de certeza o predictibilidad en una situación o evento, es una condición inherentemente humana, es un primer y fundamental paso para entender la fragilidad de nuestra existencia. Nuestras vidas están llenas de variables que escapan de nuestro control.

No importa de lo que se trate, ella se manifiesta de diferentes maneras. Y puede ser agobiante. La duda acaba matando… literal o poéticamente.

La terrible zozobra que se produce cuando un amor se pone en entredicho; el intenso desasosiego cuando no sabemos el porvenir que les depara a los hijos o las amenazas a la seguridad laboral, pueden generar ansiedad, estrés y miedo.

Hemos visto como eventos a nivel global –crisis políticas o económicas; desastres naturales o pandemias–, generan una sensación de incertidumbre colectiva. Aunque tengamos a nuestra disposición herramientas técnicas y tecnológicamente avanzadas, la mayoría de las veces es extremadamente difícil, vislumbrar lo que se avecina. Con ello, la inseguridad y la preocupación se pueden apoderar de nosotros.

Los efectos negativos que esto puede producir en nuestra salud mental y física están a la vista. El resultado directo de vivir en un estado de incertidumbre constante, nos puede conducir a desarrollar enfermedades psicológicas o psicosomáticas.

No puedo omitir expresar el grave peligro que significa la ignorancia. Ésta es la peor enfermedad, qué junto con la incertidumbre, forma un coctel explosivo y terrible.

A pesar de que inundará permanentemente toda nuestra existencia, podemos aprender a abrazarla y utilizarla como una oportunidad para el crecimiento y la evolución personal.

Y digo abrazarla porque creo que es mejor verla como amiga. Enfrentarla nos puede llevar a luchar contra algo que nunca controlaremos. Comprender que no podemos dominar todas las situaciones que nos rodean es un gran paso de inteligencia emocional y racional. Y de madurez.

Ser flexibles, desarrollar una mentalidad resiliente y adaptativa nos ayudará a encontrar soluciones creativas ante los desafíos imprevistos. Asimilar el impacto que la incertidumbre tiene en nuestras vidas y cómo podemos abordarla de manera constructiva, debe ayudarnos en nuestro proceso de crecimiento.

Es fundamental utilizar método, estudio y conocimiento. Sobre todo histórico, técnico y científico, con el fin de tomar decisiones informadas y sustentadas. Instrumentos como la prospectiva y la planeación pueden ayudar a mitigar esa zozobra.

Aunado a todo esto, me parece que es imprescindible, saber escuchar a la intuición, esa voz interna, que nos dice siempre la verdad… ella se develará como una herramienta increíblemente útil y complementaria en nuestras decisiones de vida.

Con todo esto, la realidad es que nunca podemos estar seguros de lo que nos depara el mañana. Por más ansiedad que sintamos, no podremos cambiar nuestro futuro. Por más arrepentimiento que experimentemos, no podremos cambiar nuestro pasado.

Admitir la imperfección; tolerar lo incontrolable y aceptar la incertidumbre nos permitirán vivir más libremente y.… la PAZ interna llega.

“La paz no es la ausencia de guerra, es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia”, maravillosa frase del filósofo Baruch Spinoza. La paz empieza por uno mismo.

Saber adaptarnos y aprender a fluir en el devenir de la existencia ante los desafíos inesperados que la vida nos presenta, nos llevará, sin duda, hacia horizontes de libertad, de autoconocimiento y de realización.

Se abren puertas insospechadas. Tal vez, nunca imaginadas. La libertad que nos otorga la incertidumbre es un tesoro. Un viaje hacia la creatividad, la aceptación y la oportunidad.

Y nuestro viaje existencial, todo él, estaría incompleto sin la FE. La fe hace que todo sea posible. Martin Luther King lo expresó así: “La fe está dando el primer paso, incluso cuando no se ve toda la escalera”.

Porque dentro de la apabullante dualidad de nuestra existencia, a pesar de que somos minúsculos seres dentro de la infinitud universal, somos de igual forma, dioses creativos capaces de transformar nuestra realidad.

Dice San Agustín: “Ora como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti”.

Abrazar la certeza de la incertidumbre –valga el oxímoron– debería ser motivo de alegría y de amor a la libertad y creatividad. No me imagino un mundo donde ya todo estuviera creado. Sería algo bizarro y aburrido.

Por encima de todo, tenemos que aprender a vivir en el ahora, en el HOY. Dos grandes escritores lo exponen impecablemente.

Uno, Alejandro Dumas: “La vida es tan incierta, que la felicidad debe aprovecharse en el momento que se presenta”. El otro, Carlos Monsiváis: “Si nadie te garantiza el mañana, el hoy se vuelve inmenso”.

La evolución de su trayectoria ha sido diversa. Administrador público, su formación inicial estuvo enfocada hacia la IP lo que le permitió trabajar en un inicio en empresas del sector privado, la banca y otras.
Más adelante, incursionó en negocios particulares del sector inmobiliario, principalmente.
Sus estudios de postgrado se desarrollaron en el ámbito de la administración pública tanto en México como en el extranjero, principalmente en Francia, en la Escuela Nacional de Administración (ENA).
Ha trabajado en gobierno, tanto a nivel estatal como federal.
Y complementó su formación en el IPADE.
Buen lector, la historia en general, pero especialmente la de México y de Europa, le encantan.