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MENSAJES ARMENTISTAS

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MENSAJES ARMENTISTAS

Varios mensajes -y no sólo para iniciados- ha ido prodigando últimamente el candidato de Morena a la gubernatura de Puebla, Alejandro Armenta. Mensajes que, bien leídos, van configurando un estilo muy particular de gestionar y entender el poder, sobre todo en un partido tan complejo como el suyo.

El pasado lunes, en su habitual conferencia de prensa semanal, anunció la designación de Rodrigo Abdala y Gabriel Biestro como coordinadores de su campaña en el estado y en el municipio de Puebla, respectivamente.

Se trata, obviamente, de un guiño a las bases de la 4T que, al menos esta vez, no fueron consideradas para las principales candidaturas: a la gubernatura, a la alcaldía de Puebla y al Senado.

Más allá de sus méritos y capacidades, de sus fortalezas y debilidades, tanto Abdala como Biestro son fundadores de Morena y compañeros de viaje, de una u otra forma, de Andrés Manuel López Obrador en su larga lucha por la Presidencia de la República.

Increíblemente, a pesar de las posiciones o cargos que han ocupado (Abdala ni más ni menos que delegado estatal de Bienestar; Biestro, dirigente estatal de Morena, presidente del Congreso local y secretario del Trabajo), ninguno de los dos logró consolidar un proyecto electoral sólido. Tuvieron la mesa puesta y no quisieron o no pudieron.

Más bien no pudieron…

En el caso de Biestro ni su gran cercanía con el entonces gobernador, Miguel Barbosa Huerta, rindió frutos. En cuanto a Abdala, ni el padrinazgo de su tío político Manuel Bartlett ni el manejo y conocimiento de las entrañas de los padrones de los programas federales, sirvieron de mucho.

Contra todo pronóstico, demostraron su novatez, ingenuidad y debilidad, pero eso no les quita su condición de símbolos del movimiento lopezobradorista en Puebla, y a los símbolos, aquí y en China, se les respeta.

Por eso, su incorporación al staff de Armenta -aunque sólo sea de membrete, pues se sabe quiénes son y seguirán siendo los verdaderos estrategas y operadores del senador-, representa por sí misma un poderoso mensaje a la militancia morenista que puede haberse sentido desplazada o ignorada en la repartición de las candidaturas.

Alejandro Armenta es un gran lector de coyunturas, de climas, de ánimos, y de esta forma busca neutralizar a quienes podrían sentirse agraviados ante, por ejemplo, la designación del empresario Pepe Chedraui, un ex priista confeso, como el abanderado a la presidencia municipal de Puebla.

De ahí también el buen tono en que se ha referido públicamente a Claudia Rivera Vivanco, de quien no ha tenido sino elogios y reconocimientos a su capital político y trayectoria. La ex alcaldesa de Puebla será candidata a diputada federal por el distrito de Tepeaca, ya no hay dudas, pero no por eso perderá la consideración y la cercanía con el candidato a la gubernatura y su equipo.

Véanse, igualmente, los mensajes que hay detrás de las candidaturas a diputaciones federales de doña Rosario Orozco, viuda de Miguel Barbosa; de ese bulto llamado Ignacio Mier Jr., hijo del diputado federal Ignacio Mier Velazco -su inflado gran rival en la interna estatal-; de Eduardo Castillo López, presidente del Congreso del estado, y de Tony Gali López, hijo del ex gobernador Tony Gali.

En dichas nominaciones, que pasaron por su tamiz, hay el reconocimiento a la mucha o poca fuerza de sus respectivos grupos, pero también humildad y empatía con un único fin: sumar, sumar y volver a sumar, pues sabe, y muy bien, que para alcanzar los objetivos electorales de Morena en Puebla, se necesita de todos, sin excepción.

No fue casual la reunión que también el pasado lunes tuvo con los 310 personajes que se inscribieron para 16 candidaturas a diputaciones federales.

Sin titubeos, Alejandro Armenta lideró la Operación Cicatriz y dio la cara a todos quienes quedaron fuera de las nominaciones, a quienes apapachó y dio esperanzas de que, unidos, habrá cabida para todos y todas.

El candidato a la gubernatura habló de madurez y humildad, pero sobre todo de generosidad, tanto de aquellos que alcanzaron una candidatura como de aquellos que quedaron fuera de las listas.

Alejandro Armenta se ha propuesto garantizar la unidad de a deveras, incluso si eso significa tragar algún que otro sapo, ese bello arte de la política.

Tal es el caso del insufrible Fernando Manzanilla Prieto, incorporado públicamente a la campaña estatal y quien más tardó en sacarse la foto con el candidato, que en asumir un protagonismo propio de otra época, ofreciendo desde su egocéntrico púlpito una serie de entrevistas en la que no sólo dio lecciones y presumió cuestionables méritos del pasado, sino que se erigió como una especie de factótum para la gran cita electoral del 2 de junio.

Más allá de lo cómico de la situación -el personaje no se soporta ni a sí mismo-, el mensaje que hay que ver -y leer- detrás de la suma de este mal aprendiz de Córdoba Montoya, es que Armenta revela ser un buen lector de Maquiavelo o Sun Tzu o un gran aficionado a las películas de El Padrino de Francis Ford Coppola.

Y es que es más que obvio, que entiende con claridad la importancia de mantener a los amigos cerca, pero a los enemigos más, mucho más cerca.

Porque de traiciones y simulaciones está empedrado el camino a la gubernatura de Puebla.

¡Sí, qué mensajes!

Periodista desde 1990. Ha sido reportero de Televisa Puebla, El Universal de Puebla, La Jornada de Oriente y Síntesis.

Fue coordinador editorial de El Universal de Tlaxcala y jefe de información de El Universal de Puebla.

Dirigió la revista Síntesis Policiaca, el área de noticias de Marconi Comunicaciones - donde condujo el noticiario matutino de “La Tropical Caliente” durante cuatro años- y el periódico El Heraldo de Puebla.

Desde 2001 ha publicado su columna “Garganta Profunda” en medios digitales, impresos y electrónicos.

Es director general del periódico digital Puebla Online y del periódico Crónica Puebla.

Trabajó durante 10 años en Televisa Puebla, donde condujo el noticiero nocturno -también el matutino y vespertino en distintas etapas- y fungió como gerente de Noticias por casi un lustro.

En 1990 recibió el Premio Nacional de Periodismo Juvenil, en 1991 el Premio Estatal de Periodismo de Puebla en el género de reportaje y en 1996 el Premio Estatal de Periodismo BUAP-Froylán Manjarrez.

Ha sido jurado del Premio Estatal de Periodismo del Estado de Tlaxcala.

Realizó estudios profesionales en la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP.